No podemos negarlo, este escrito existe porque Sergio Ramos existe. El fin de semana pasado, el Real Madrid perdía un clásico que no merecía perder y el Barcelona volvía a mirarlo a los ojos… Hasta que Ramos, prendido en fuego sagrado, se suspendió en el aire y trajo la paz a la casa blanca.
Absortos, mirándonos entre nosotros, fascinados y sin decirnos nada supimos muy bien lo que debíamos hacer: escoger 5 goles que quitan el aliento.
Palermo hace llover
Año 2009. La Argentina arde por dentro. Haber hecho técnico al Diego ha salido mucho más caro de lo presupuestado. La albiceleste es un equipo sin plan, fisurado por dentro y por fuera. Quedarse sin Mundial o tener que repechar el cupo a Sudáfrica ya no es algo lejano sino una posibilidad real. El circo arde. La ciudad empuja. El Monumental ve llover a cántaros.
El equipo juega tan mal que los cánticos se pierden con la lluvia. El peruano Rengifo, de cabeza, pone el 1-1. Ahora la lluvia es tóxica. Se hace el silencio. “Peruanos concha de tu madre”, comenta un plateista que recuerda que en el 69′ les negaron el Mundial de México.
Minuto 92’. El Perú entero se agrupa en el área. Martín Palermo cambia un rebote por gol. Detiene el tiempo. Hace dulces las gotas tóxicas. Maradona se da un chapuzón. De verdad que se detiene el tiempo.
¡Quién más si no el Pollo Vignolo para narrar cuando el tiempo se detiene!
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El obrero de Avellaneda
Año 2001. Racing ya no recuerda eso de salir campeón. Campeón es una palabra vieja, amarillenta, en desuso. El torneo Apertura está por terminarse y La Academia, La Academia de ‘Mostaza’ Merlo, la que llena estadios pero que no sabe qué es ser campeón, recibe a River Plate. Si empata o gana, después de 35 años, volverá a arañar el techo de la gloria. Si pierde, olvidate hermano.
Lo normal es lo segundo. Es lo que debe pasar. El fútbol, como todo, está hecho para que ganen los grandes, los poderosos. Cambiasso, que puso el 0-1, así se lo hace saber a toda Avellaneda.
Minuto 87′. Comiso, arquero de River, corta mal el centro, da un rebote corto. Hace lo que no se puede hacer. Bedoya pisa el área, la coge picando y con una fuerza que trae desde las vísceras, desde el intestino, la cuelga del ángulo.
El jugador obrero que desafía la burguesía de la banda cruzada. Jugador de pueblo y para el pueblo. ¡El fútbol es hermoso!
Dicen que ‘Mostaza’ Merlo no era ronco… hasta que gritó este gol.
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Morumbí Zapata
Año 2007. Resulta que Millonarios, el gran club de Colombia, el imbatible, el más ganador de todos, ha ido perdiendo su fuerza mística, su nombre ya no va en mayúsculas. Resulta que el fútbol es canalla y desmemoriado. En el continente, aunque se le respeta, ya no se le tiene miedo.
Pero el fútbol, que siempre es una puerta abierta (al cielo y al infierno), le da la chance de volver a figurar.¿Cómo? Midiéndose contra Sao Paulo, en el infernal y mítico Morumbí.
Mientras Sao Paulo alinea a Hernanes, a Tardelli, a Miranda, en Millonarios están Gonzalo Castro, Juan Carlos Quintero, ‘Rafa’ Robayo. Ni un borracho apuesta por los colombianos. Pero ahí están, bien parados, viajando juntos, impregnados por la locura de su técnico Mario Vanemerack. El partido casi se ha consumido y Millonarios -quién lo diría- ha aguantado el temporal brasileño.
Minuto 84`. Zapata, un mulato más de esta tierra pobre, cabalga, galopa, asciende. Vuelve a nacer. Recibe su nombre: Morumbí.
El gol es épico, sí. Pero la narración de Casale es otra cosa. Inigualable.
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Agonía al cuadrado.
Año 2013. Si en primera los goles agónicos se gritan con el alma, en segunda división (y qué decir del fútbol amateur) se gritan con las tripas, con el hígado. Leicester y Watford se juegan la vida y sueñan con ascender a la Premier League. El humilde Watford, que perdió 1-0 en el partido de ida, gana 2-1 y empata la serie.
El partido se ha estirado hasta el minuto 97´. El corazón no aguanta. La gente no mira. ¿Qué hace falta? Un penal. ¿Es en serio? sí. Penal para el Leicester. Si lo convierte, chapuzón de realidad y adiós Premier League para el Watford. El fútbol es cruel.
Lo que pasa después no viene de un cuento de Sacheri, no. Lo que viene después, perdón el lugar común, es la muestra inigualable de que en el fútbol, como en la vida, la realidad supera a la ficción. Y por goleada.
No importa si no entiende ingles. Disfrute el caos. La locura. Lo impensable.
(¿Disfrutó de este especial? ¿Sí? Entonces no se pierda: Celebraciones que hinchan los huevos)
Bonus:
No podemos despedirnos sin recordar a Ramos. Dicen de él que es de intelecto limitado. Miles de memes se le burlan en la cara. En Hablaelbalón no sabemos si lee a Freud o ve películas de Bergman. No nos importa. Creemos no haber visto un central que le supere.
Foto:
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