NOTA: La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
La primera vez que vi a ese niño de afrito que iba y venía por la banda derecha del Nacional de Osorio, lo pensé, juro que lo pensé: “nadie en el fútbol colombiano tira centros con el criterio con el que lo hace ese tal Stefan Medina”.
Sólido en defensa, suelto en ataque, técnico, con liderazgo. Polifuncional: de central, de lateral, de volante, Stefan lo hacía todo bien. Apenas era un niño y su técnico dijo de él que era uno de los dos mejores jugadores del fútbol colombiano. Entonces, no nos vengamos con cuentos chinos: “que el representante, que Pékerman, que la tajada, que venderlo a Europa”. Nada. Medina tenía muy merecido su llamado a la Selección.
Y debutó. Debutó mal, pero también tuvo mala suerte: aunque no fueron solo responsabilidad suya, apareció en la foto de los dos goles de Uruguay. Solo un país tan barrabravil, tan adicto a la violencia, era capaz de inventarse la agresiva campaña de bullying que se montó. Gente que ni sabía de qué jugaba comenzó a cargarlo. La bola de nieve de memes se hizo tan grande que no hubo vuelta atrás. Stefan quedó estigmatizado.
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Ya después daba la misma. Pasara lo que pasara, a Stefan se lo iban a comer vivo. Contra Chile, en el recordado 3-3, todo el equipo jugó mal. ¿El único culpable? Medina. Lo mismo contra Brasil en esta eliminatoria. Aun así, en contra de la corriente, Pékerman siguió dándole el espaldarazo y lo llamó siempre. Para el abuelo el suplente de Arias era Medina. Punto.
Pero el crédito comienza a acabársele. Hoy, 4 años después de su primera convocatoria, aunque hemos sido injustos con él, hay que decir que con la camisa de Colombia no le hemos visto mucho. O nada. Es un buen jugador, juega bien en su club, pero nunca supo aprovechar su oportunidad con la Selección.
En los amistosos contra Corea y China, en los que Arias no estuvo por lesión, esperábamos ver a un Medina liberado, sin presión; al lateral que fue en Nacional y que es en el Monterrey. Pero lo que mostró fue mediocre. Contra Corea no aportó nada de mitad de cancha para arriba —ni un centro, ni una gambeta— y en defensa sufrió demasiado con Son-Min. Además, falló en pases sencillos y en controles que para un jugador de la Selección Colombia deberían ser automatismos. Arias no es Dani Alves, pero el Stefan que hemos visto vestido de amarillo no es un reemplazo a su altura.
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Para colmo, el experimento de probar con Lerma de lateral derecha fue un éxito. La única buena noticia de la gira asiática. Lerma, que juega de volante abierto por derecha en el Levante, jugó con una presencia y un ritmo para desdoblarse que nunca le hemos visto a Medina. Pasó siempre, contuvo a su lateral y llegó a línea de fondo. Su llamado puede ser interpretado como una señal de duda en el entrenador. Después de tanto tiempo, le estará preocupando a Pékerman el tema de no tener un suplente de garantías para Arias.
En todos estos años, los que estuvimos de acuerdo con su convocatoria lo justificamos en su polivalencia. En eso y en que simplemente no había más. Bocanegra, que ha sido irregular debido a sus constantes lesiones, y… pare de contar. Ahora, apariciones como esta dejan a Medina en la cuerda floja. Lerma puede jugar de volante de marca y en China lo hizo mejor que él en todas sus anteriores presentaciones.
No se trata aquí de ser un malaleche. Ese tonito ofensivo y burlón se lo dejo a Iván Mejía que, con voz de mártir, como si su vida dependiera de ello, le implora a Pékerman que por favor no lo llame. Medina no es ningún paquete y tampoco es la causa de los muchísimos problemas que tiene Colombia en estos momentos. Simplemente —será por la presión o vaya uno a saber por qué— no ha logrado ser jugador de Selección. A contados meses del Mundial, ese debería ser un factor de peso.
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