El City se adelantó, pero dejó escapar una ventaja de dos goles. Los de Guardiola jugaron un gran partido, superaron al Tottenham, pero pagaron cara su falta de contundencia. Pochettino aguó la fiesta.
Pep, a pesar de la escandalosa derrota contra el Everton, no tuvo miedo y configuró un equipo ultraofensivo para vencer al Tottenham de Pochettino. La figura fue un 4-3-3; los cuatro de atrás fueron Zabaleta, Kolarov, Otamendi y Clichy; de mediocentro jugó Yaya Touré, los interiores fueron Silva y De Bruyne, los extremos Sané y Sterling y, arriba, en punta, el ‘Kun’ Agüero. Un lateral reconvertido en central, dos laterales largos y tres mediocampistas de corte ofensivo: Pep no se guardó nada.
Poch, por su parte, siguió apostando por el 3-4-1-2 con el que venció al todopoderoso Chelsea: Wimmer, Alderweireld y Dier fueron los centrales; los habituales Rose y Walker de carrileros; Dembelé y Wanyama en el doble cinco; y Eriksen suelto por detrás de Kane y Dele Alli.
El primer tiempo fue azul cielo. A los diez minutos el local ya se había acomodado en la cancha y le respiraba en la nunca a Lloris. La apuesta de Pep fue descolgar a los extremos para anular a Rose y a Walker y poder soltar a Clichy y Zabaleta. Sobre todo el argentino estuvo muy activo en ataque y fue protagonista en casi todas las jugadas de peligro de su equipo.
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EL Tottenham no fue el equipo dominante que ha sido a lo largo de la temporada, pero no porque no lo intentara, sino porque el rival lo superó ampliamente. La presión alta del City, ayudada por la imprecisión en salida de Wimmer y Dier, ocasionó tres pérdidas que terminaron en opciones claras de gol. En ataque, no se vio mucho, los carrileros no se pudieron soltar nunca, Alli no logró hacerse con el balón y Eriksen tuvo que retrasarse mucho para recibir. Kane fue un náufrago.
Los últimos quince del primer tiempo fueron un vendaval en el arco de los Spurs. Pero la falta de contundencia del ‘Kun’ y la figura de Lloris sostuvieron el 0-0. Minutos antes del final, viéndose superado y habiendo perdido todos los duelos por las bandas, Pochettino adelantó a Dier a su posición habitual en el doble cinco y retrasó a Walker ya Rose: volvió a su habitual 4-2-3-1. Y la cosa mejoró. Si el Tottenham no perdió fue porque tiene a un soberbio entrenador en el banquillo. El City, sin duda, mereció más.
Para la segunda parte, ‘Poch’ mantuvo el 4-2-3-1, sacó a Wimmer -de flojo partido- e ingreso a Son para jugar de extremo. Dier volvió a la línea de cuatro y Wanyama y Dembelé ocuparon el doble pivote. El cambio le dio solidez defensiva al equipo, pero paradójicamente, cuando más sólido se veía el Tottenham, llegaron los goles del City. Tras un pelotazo de De Bruyne y una salida desprolija de Lloris, Sané puso el primero. Y cuatro minutos después, Lloris -otra vez- dio rebote en un centro de Sterling y De Bruyne solo tuvo que empujarla. En dos minutos, el City, a la inglesa, parecía haber sentenciado el partido.
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El Tottenham, sin embargo, no se amilanó y adelantó sus líneas. El partido que hasta ese momento ya era bueno, se hizo un partidazo. El City siguió acechando, pero siguió sufriendo su falta de contundencia. Y la pagó cara. Aunque el Tottenham nunca tuvo el control del partido, nunca logró someter a su rival y sus mejores hombres no brillaron, necesitó de dos tiros al arco para empatar y frustrar a Guardiola. Primero fue un centro envenenado que cazó Alli en el segundo palo y después, faltando quince para el final, una linda combinación por dentro terminó en un golazo de Son. Pochettino, ecuánime, ni se despeinó con la gesta de su equipo.
El último cuarto de hora se mantuvo en la misma tónica de todo el partido. El City dominó y siempre dio la impresión de poder ganarlo. Pero no. El gol nunca llegó. Gabriel Jesús debutó y estuvo cerca, en su primera intervención casi asiste a Sané, en la segunda rozó el travesaño con un cabezazo y en la tercera anotó, pero en fuera de lugar. Casi. Pero no.
Guardiola sigue sufriendo…
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