Un Santa Fe muy pero muy pálido perdió en casa contra un solido y poco imaginativo Medellín.
Marcador: Santa Fe 0- Medellín 1.
Parecer visitante y Maradona Plata.
Una cosa es disfrutar con el vértigo, herir sin amar la pelota, competir sacando ventaja del contragolpe. Y otra, muy distinta, es correr detrás del balón. No se dejen engañar, el fútbol se gana con el balón, los goles se hacen con el balón. Hoy Santa Fe corrió detrás de la número 5, y entonces fue del todo inofensivo. Replegado, en su conocido caparazón de hierro, le costó sangre cada transición defensa-ataque. Su volumen de ataque fue paupérrimo.
La peor cara de Santa Fe se ve cuando depende de la versión Maradona de Anderson Plata: el equipo roto y largo que, como en el barrio, espera sacar petróleo de las galopadas del habilidoso. Pasa que cuando Anderson no anda bien (anda muy mal), el ataque se hace polvo. La presión alta no es verso: se presiona arriba para tener posesión y posición de hombres en campo rival y así, al recuperar, tener con qué herir. Hoy Santa Fe fue férreo atrás, sí, como siempre, pero sus ataques fueron siempre solitarios, partidos, individuales. Metido atrás, pareció visitante. Y lo que es peor, un mal visitante.
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El reloj de Zubeldía.
El Medellín no fue una apología al juego ofensivo, no. Le faltó creatividad y carisma. Caicedo fue en gran parte del partido una punta de lanza solitaria. Y Sin Juan Fernando Quintero este equipo permite bostezar.
Pero desde la pizarra, el equipo fue un reloj. Marrugo como socio de todos, al lado de Didier Moreno, se echó el partido al hombro e hizo que el Medellín mandara. Zubeldía insiste en hacerlo segundo pivot y noches como la de hoy le dan la razón: conjugando experiencia e inteligencia fue el relojero del partido. Además, el enroque entre Arias y Valencia le funcionó. Juan David como volante, sorpresivamente, fue el mejor pulmón del equipo, hizo pasar mala noche a Roa. Y Arias (aunque ahí sigue sin gustarnos) no sufrió de lateral e hirió como lanzador.
Y en su móvil defensivo, el equipo fue pura sincronización y vértigo. Moreno como tercer interior con Didier y Marrugo; Goma ajustado con Piedrahita y Moreno ajustado con Valencia: un 4- 4- 1- 1 impasable. Al equipo de Zubeldía le falta flow, fluidez con el balón, imaginación, pero cada vez se hace más rocoso, más sincronizado, más serio.
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Arango y su primera salida de tono.
Cuando uno es profesional de fútbol. Cuando el hincha paga hasta 50 mil pesos por entrar al estadio, lo que hizo Arango, simplemente, no puede pasar. Cuando el equipo quería creerse el cuento, y el tridente Gómez-Salazar-Arango buscaba devolverle la sonrisa a la gente, con un cabezazo infantil, Johan le echó agua al fuego de la esperanza.
Es la primera vez (en Santa Fe), su talento hará que la gente le espere y le quiera de vuelta. Pero Johan debe saberlo: La presión en Santa Fe es alta. El equipo debe ganar siempre. Y en su primera temporada, ni su talento desbordado, le comprará más licencias. Tiene que saber que de repetirse, podrá ser su final.
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