El niño futbolista que estremeció a todo el país

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El gol de Déiber Caicedo al Boyacá Chicó mostró que detrás de nuestro fútbol se esconde la realidad desgarradora de un país sin memoria pero con gente maravillosa.

 

El mito

 

Cuentan que Barbacoas, en el departamento de Nariño, es una tierra donde nacen futbolistas extraordinarios. Dicen además, que si uno de estos jóvenes termina jugando en el Deportivo Cali está destinado a ser campeón.

 

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El gol

 

Minuto 47 del primer tiempo, Déiber Caicedo pide airadamente la pelota. El desconcierto de Jhon Mosquera es evidente. Han pasado años desde la última vez que el equipo marcó un gol de tiro libre en liga y el caos institucional que envuelve a jugadores, directivos e hinchas no perdona los errores. A Déiber no le importa, él quiere cobrar. Jhon le cede el tiro y el canterano de 17 años y 1.66 metros de altura le pega con una técnica perfecta. Borde interno, parábola y gol. El pueblo azucarero se ilusiona de cara al futuro.

 

La realidad

 

A orillas del río Telembí se encuentra un municipio en el que la mayoría de los habitantes no satisface sus necesidades básicas. Es un corredor estratégico de armas y minería ilegal, también es el territorio con mayor cantidad de hectáreas de coca sembradas en el mundo. Para entrar o salir hay dos rutas: un viaje en lancha de más de siete horas a través de mar y río o una trocha de cráteres, retenes y vacunas de cinco horas.

 

Allí practicante todos los grupos armados legales e ilegales de Colombia han combatido por hacerse con el control del lugar. Corrupción, asesinatos, olvido, masacres y violencia sexual hacen parte de la cotidianidad de un pueblo que hace décadas no tiene tregua. “Tumaco nos lleva años luz”, así lo resumen sus habitantes y no exageran. Está tan normalizada la violencia que a principios de este año fueron asesinadas a tiros dos niñas, Paola Quiñones y María José Caicedo, el país ni se enteró.

 

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La celebración

 

Todos corren a abrazar a Déiber, acaba de marcar un golazo, su primero como profesional. Con los ojos aguados y después de recibir el cariño de sus compañeros, Déiber pide algo a quienes vienen del banquillo para sumarse a la celebración. Se la entregan y él estalla en lágrimas. La ondea por los aires. Es una camiseta con una foto. Es una niña de 11 años, una de las dos cuyo asesinato todos ignoramos. Llevaba su mismo apellido.

 

Déiber Caicedo le dedica un gol a su hermana asesinada.

 

La reflexión

 

Las de cábalas y cuentos nutren a nuestro fútbol de folclor. La narrativa del deporte es la del espectáculo: héroes y villanos, profecías y agüeros, fracasos y revanchas. Los aficionados nos abrazamos a estas fábulas para alimentar nuestro fanatismo, construir nuestra identidad y tratar de alejarnos de la cotidianidad…

 

…No obstante, a veces este velo de entretenimiento se desploma y quedamos pasmados al ver que el fútbol es solo un juego, un simple juego, y que detrás de él se esconde la realidad desgarradora de un país sin memoria pero con gente maravillosa.

 

Foto:

Santiago Saldarriaga / El Tiempo


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