Las tres claves de la ida de la semifinal, en la que un Millonarios eléctrico fue mejor que un Nacional aburrido.
Un Nacional aburrido
Nacional es un equipo serio, no se puede negar. Aún jugando mal, como hoy, se hace un equipo jodido, desgastante, impredecible. Solo tener a Dayro Moreno en punta ya genera que la palabra gol esté latente, flotando en el aire. Pero además están los de siempre, Ibarguen, Macnelly, Mateus Uribe, todos capaces de sacarse algo de la manga.
Sin embargo, cuando Nacional se restringe al orden y al albur individual, como hoy, aburre. Fue un equipo largo en el ataque, disperso, sin asociaciones ni ritmo. Bocanegra y Díaz no pasaron nunca, Arley Rodríguez no pesó y sus dos volantes de marca, con amarilla ambos, tuvieron que jugar con cálculo. Los cambios fueron hombre por hombre, para cuidar las amarillas y enfriar el partido. Nacional vino con la calculadora en la mano.
En definitiva, a los que aún esperamos al campeón de América, algo nos quedó faltando. Si no fuera porque ver en Cuesta al próximo Davinson Sánchez emociona, este Nacional sin rebeldía hace bostezar. Sacó su negocio, pero nos quedó debiendo.
Entérese de cómo jugo la Selección contra España.
11 aviones
¿Cómo se juegan las finales? Como jugó hoy Millonarios. Así, con ese nervio, con esa ambición, con esa concentración. El equipo azul, lo sabía, no podía dejar estar al verde. Debía taparle los circuitos, ahogarlo, hacerle sentir que jugaba lejos de casa y 2600 metros más cerca de las estrellas. Todo eso pasó. Y pasó jugando fútbol.
Palacios y Machado, con su aceleración de Fórmula Uno, fueron lanzas largas que explotaron sus bandas sin censura, permitiendo a la vez que Mosquera y Maxi hicieran lo mismo por los pasillos interiores. Domínguez, otra vez de tapón, hizo un partido más que correcto, intensísimo para recuperar y simple y acertado en la entrega, fue un primer pase dinámico y capital para la propuesta del local. Duque, a falta de Henry Rojas y con más libertad en ataque, jugó como en la universidad, encarador, suelto, atrevido. Si su rol de destructor pragmático enamoró a la hinchada azul, así, con más posibilidades, estira su techo, patea la pizarra. Es un activo que se taza en euros.
Fue estimulante ver a la defensa azul alejada de Vikonis, creyéndose el cuento, sin temer al infernal uno a uno de Nacional. Fue estimulante ver un equipo inferior en nombres sometiendo al gran conquistador de América. Sí, fue cero a cero, Nacional sacó su negocio, pero ni un solo hincha de Millos podrá decir que su equipo no se vació en la cancha, que mandó en el partido, que se dejó la piel.
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Pizarra Russo.
Hoy Russo sacó 10 puntos. En el partido de la verdad logró que su equipo mostrara la mejor cara. Eso, estar cuando se debe estar, ni mas ni menos, es la jerarquía. Si alguno se molestó con la decisión de sentar a Ayron y de usar a Duvier como punta de lanza (Riascos disfruta más ser falso extremo y contar con una referencia de área), y no compartió la titularidad de Maxi Núñez, cuando ambos se vaciaron, Russo movió el banco con acierto.
Elicer Quiñones fue eléctrico cada uno de los 45 minutos que jugó, y su vuelta en este nivel para la vuelta en Medellín es una noticia para celebrar de pie. Cristian Arango, rompiendo desde atrás, volvió a mostrar que es una alternativa top y una respuesta desde el banco. Y Ayron, el menos feliz de todos, sigue mostrando que es mejor nueve de área que Riascos. Tener dolores de cabeza en el banco, dolores de cabeza de verdad, es algo que no le pasaba a Millos desde hace mucho, y que le permite soñar con sorprender en Medellín.
Ahora, viendo el partido de Quiñones de hoy y viendo la solidez que trae Duque, ¿veremos de arranque el equipo del segundo tiempo? Si se recupera Rojas, ¿sacrificará Ruso a la bestia Duque?
Pd: Si Nacional se clasifica, todos recuerden a Armani, hoy fue el culpable de que salieran vivos.
Lea la voz del hincha de Nacional: contra Nacional no se apuesta.
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El Espectador.