Junto con Juan Carlos Osorio, Reinaldo Rueda es el entrenador colombiano en activo más respetado del país. Su carrera ha sido brillante. Sus logros solo están al alcance de un entrenador muy capacitado. Estudioso y metódico. Dirigió clubes y selecciones en contextos muy diferentes, con moldes y estilos de jugadores distintos, y allá a donde fue le dio identidad y desarrollo a su propuesta.
Clasificó a Honduras y a Ecuador al Mundial. En la Selección Colombia, recibió al equipo de último y lo dejó a un punto del repechaje para Alemania 2006. Lo que hizo en Nacional fue sensacional. Y en el Flamengo, en el poco tiempo que estuvo, tuvo decisiones acertadas y momentos en los que su equipo jugó realmente bien.
Ahora que ha decidido interrumpir su experiencia en Brasil para ser el seleccionador de Chile, con el gran respeto que le tengo a Rueda, debo decir que su decisión me parece más temeraria que audaz. Veamos.
Chile tiene dos serios problemas: uno de disciplina y otro de materia prima. El primero es corregible, el segundo -parcialmente- no. Llegar a imponer disciplina, hábitos más rigurosos, reglas y protocolos de convivencia que profesionalicen más a una selección que desaprovecha el caudal de su talento, es algo que Rueda puede hacer. Los títulos ya no ‘justifican’ las salidas de madre de los jugadores. El medio y la federación están muy frustrados con la eliminación. Habrá menos concesiones. Más vigilancia. El incidente de Vidal lo tapó el manto de la gloria pero ya no tiene más licencias. Por ese lado, Rueda tendrá el respaldo de la prensa y de los dirigentes para imponer orden.
El tema de la materia prima es lo verdaderamente preocupante. Esta generación dorada de Chile ya dio lo mejor que tenía. Es imposible tener una versión parecida a la de Bielsa y Sampaoli. Al mundial del 2022, que es el objetivo de Rueda, los supercracks de esta generación llegarían con estas edades: Arturo Vidal (34), Alexis Sánchez (33), Claudio Bravo (38), Gary Medel (34), Marcelo Díaz (35).
El escenario es desolador. Los mejores quince jugadores del país llegarán al siguiente Mundial estando todos por encima de los 32 años. La diferencia entre este grupo de grandísimos jugadores y los que vienen de abajo es muy grande. Lorenzo Reyes (26, volante de la U. Católica), Felipe Mora (24, delantero del Cruz Azul), Guillermo Maripán (23, defensa U Católica), Diego Valdéz (23, volante Morelia), Erick Pulgar (23, volante Bologna), Nicolas Castillo (23, delantero UNAM), en el papel, no hacen temblar a nadie.
Hay jóvenes promesas menores de 20 años que destacan en la liga chilena. Pero estos, como los de edad intermedia, están varios escalones por detrás de la gran generación que en estos años quemará sus últimos cartuchos. Rueda podrá potenciar jugadores, darles alas en la Selección a aquellos que esta generación que se va ha condenado al anonimato. Cierto. Pero tendrá poca materia prima con respecto a Colombia, Argentina, Brasil y Uruguay.
Nos podrá tapar la boca en tres años a los que creemos que este paso fue más temerario que audaz, porque es un grandísimo entrenador. Porque a Ecuador lo clasificó sin estrellas, porque debió pensarlo muy bien antes de aceptar y porque es Reinaldo Rueda. Pero en el nivel suramericano, sin materia prima de alta calidad, la subida a la montaña se inclina. Y mucho.
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