Seguimos en la tarea de investigar y contarles el origen de los apodos que todos repetimos.
Carlos ‘El Pibe’ Valderrama
En la época en que ‘Jaricho’ —uno de los tantos futbolistas de la dinastía Valderrama— jugaba en el Unión Magdalena, solía llevar a su hijo Carlos a los entrenamientos del ‘Ciclón Bananero’. Cuando se cruzaban por la calle, el argentino Rubén Deibe, DT del equipo, le preguntaba en el más gaucho de los acentos: “Che, ¿y el pibe, qué tal?”.
Carlos Valderrama, claro, todavía no iluminaba las canchas con sus rizos dorados, ni congelaba el tiempo con sus pases milimétricos; era solamente ‘El Pibe’, ese que jamás dejó de ser, ni siquiera hoy, cuando las arrugas y los años evidencian lo contrario.
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Orlando ‘El Fantasma’ Ballesteros
Puede que muchos no lo reconozcan fácilmente, pues a decir verdad Orlando tampoco fue un delantero de otro mundo. Varios, de hecho, se atreven a compararlo con Édinson Toloza por su habilidad fantasmagórica y letal para desaparecerse, cuando su equipo necesitaba del gol. Desde sus primeros años como profesional se echó al hombro el sobrenombre.
Orlando, católico de toda la vida, se molestaba tanto cuando lo llamaban así, que un día no aguantó más y pidió públicamente que lo llamaran ‘Fantástico’ en lugar de ‘Fantasma’. La gente, claro, lo siguió llamando Fantasma. En el fondo él lo sabía: a nadie lo bautizan dos veces.
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Albeiro ‘El Palomo’ Usuriaga
Blanco, alto y musculoso, así describen los historiadores a Palomo, uno de los caballos del libertador Simón Bolívar. En él pensaron los amigos de Albeiro al verlo llegar a una fiesta vestido de blanco, todo de blanco, de pies a cabeza.
Desde esa noche y hasta el día de su trágica muerte, Albeiro le hizo justicia a su apodo. Sus cabalgatas por el continente fueron una descarga de portento físico y elegancia. Puro paso fino.
El ‘Palomo’ llevó una vida difícil que terminó de la peor manera. Hoy nos queda su apodo.Y el consuelo que le da la historia: en Colombia, cuando se habla del ‘Palomo’ no se habla del libertador ni de su caballo. Se habla de él, de Usuriaga, del percherón del gol.
Termine con: Teo Gutíerrez, popularmente incorrecto.
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