Fue un niño prodigio en el Huila, rechazó infinitas ofertas de Europa y ahora está perdido. ¿Sabe dónde está? Lo estamos buscando.
Había debutado en el Cali en 2005, pero eso no importa. Cuando Fredy dijo presente por primera vez fue en 2007, en ese Huila hermoso que llegó a la final y perdió agónicamente contra Nacional. El líder de ese equipo que dirigía Néstor Otero fue un niño de 20 años que la rompió y salió goleador del torneo. Fredy Montero.
Quitárselo al Huila era fácil y todos los grandes sacaron la chequera. El más vivo fue el Cali que apeló a cuestiones del corazón para llevárselo a casa. Fredy volvió al lugar donde todo comenzó. Cambió el equipo, pero el crack se mantuvo. En 2008 volvió a salir goleador del torneo y la cosa comenzaba a caerse por su propio peso. Colombia le había quedado chiquita.
¿Europa? Estábamos tan eufóricos que lo habríamos puesto en el Madrid. Pero no. Fredy fue a buscar gloria al lugar donde los veteranos van a buscar un retiro cómodo y anónimo, a jugar golf. Quedamos desconcertados. A sus 22 años se fue para el Seattle Sounders de la MLS.
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El éxito es un concepto relativo. En la tierra de Mickey Mouse, Montero se hizo ídolo. En cuatro temporadas hizo 60 goles y se convirtió en el goleador histórico del club. Su apellido vendió camisetas al ritmo de los Beckhams y los Henrys. Estaba tan cómodo que no le tembló la voz para rechazar ofertas en euros. El cariño de una afición no tiene precio.
En 2013, aburrido de estar por fuera de los binóculos de Pékerman, Fredy volvió a Colombia. Millonarios venía de ser campeón y vio en él al jugador franquicia ideal para prolongar la euforia. En Bogotá mostró cositas, hizo 10 goles, pero estuvo mal rodeado. Las críticas, claro, no tardaron llegar.
Y paradójicamente cuando el gusano de la duda lo mordió por primera vez, le llegó también la hora de cruzar el charco. Al Sporting de Lisboa llegó como un goleador curtido. Su arranque fue maravilloso. En sus primeros 16 partidos de liga hizo 16 goles. ¡Acababa de llegar! En Lisboa no se la creían. Paulo Futre, ídolo del fútbol portugués, no tuvo problema en compararlo con Romario: “Montero tiene cosas de Romario; es un jugador hábil, que se sabe ubicar bien en el área y que es claro para definir”. ¡Ja!
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Pero todo lo que sube baja. En su segunda temporada su rendimiento bajó inexplicablemente. Llegó Islam Slimani, no Romario, y le quitó el puesto. Estuvo cuatro meses sin marcar un gol. La temporada siguiente lo aguantaron, pero vivió en la sombra del recién llegado Teo Gutiérrez.
Su futuro quedó en el aire. Capaz que pudo haber buscado escenarios más estimulantes para volver a recuperar su nivel. Pero qué mejor para la incertidumbre que los millones del fútbol chino. Decidió hacerse rico y se fue a cobrar un salario exorbitante en el pálido Tianjin Teda. Hasta ahí quisimos saber de él.
Hace poco nos contaron que volvió a la MLS, a la liga que mejor lo entendió, la que más lo quiso. Ahora vive en la linda ciudad de Vancouver. Dicen que hace unos meses le clavó dos goles a su ex-equipo. Ni idea. Lo estamos buscando. Si se lo encuentra, o sabe dónde está, recuérdele que tiene 30, dígale que mire videos de Falcao, que repase sus goles. Ya es rico y está joven. Que no sea tacaño y nos deje disfrutar de sus últimos años acá en Colombia.
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