1. Tiene un arquerzo. No se permita embestir contra Ospina. Ya estuvieron bien los putazos. Sí, se equivocó. Se equivocó en grande. Sus fallos nos harán dormir mal. Pero culparlo sin más, señalarlo a placer, es como condenar al portero de su edificio que lo ha salvado de 10 robos, arriesgando la vida. David es un chico grande y en Lima va a ser un cerrojo.
2. James es James. Sigue siendo un niño de oro. Contra Paraguay jugó mal, decidió lento, le faltó lucidez. Al final parecía como si arrastrara los pies. Todo lo que quieran. Sin embargo, dudar del 10 es una torpeza total. En Lima una le va a quedar. Con algo nos va a sorprender.
3. Pékerman nació en la adversidad. No se deje tentar del oportunismo. Hay desgaste, sí, al abuelito se le ve trajinado. Es seguro que después de Rusia va a decir adiós (entonces va a ver cuánto lo va a extrañar). Ayer le faltó cálculo, prefirió las tripas sobre la calculadora y con el empate, en vez de prevenir, de rearmar la muralla, se abrió. Le ganó el corazón. Pasa, empero, que José Nestor ha vivido del fútbol los últimos 40 años. Ya no se achica, ni se queda mirando la leche derramada. ¿Se acuerdan qué pasó después de comernos tres en Uruguay, empatar con Chile y perder con Argentina en Barranquilla? ¿Se acuerdan qué pasó después de salir goleados del Monumental? Si algo necesitamos para superar esta noche amarga es la sabiduría de José, esa que solo traen los años. Y las catástrofes como la de Paraguay.
4. La parábola de Falcao. Partidos como el de ayer hacen difícil creer en Dios, en los destinos sagrados, en la justicia divina. No. Lo que hay en el mundo es azar y caos. Paraíso e infierno en tres minutos. La fe es una ficción y un acuerdo colectivo para soportar ese caos. Excepto con Falcao. Con Falcao se vale entregarse a los relatos divinos. Creer en las fábulas. Su camino es una auténtica parábola. Falcao es el principio y el fin. El cáliz y el vino. El milagro y el santo. El planeta fútbol lo requiere en Rusia
5. El valor de la amistad. Este equipo es de amigos. Vienen viajando juntos, mirando a los ojos a la adversidad desde años atrás. ¿Que hay fallos colectivos? Los hay. ¿Que hay lagunas de juego? Las hay. ¿Que lo de ayer terminó siendo infantil? También. Pero los amigos de verdad, en las noches oscuras, se sientan juntos alrededor del fuego para tragarse el veneno; sin señalamientos, sin culpas. Luego, porque le confían la vida al de al lado, combaten hasta el final. En partidos así, con todo jugado, la amistad es un plus de tres puntos. Van a ver.
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i.ymtig