Cuatro leones en un ascensor

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Con Brasil y Uruguay virtualmente clasificados, los cupos a Rusia se hacen cada vez más escasos. Dos viajes directos y uno con escala en Oceanía para jugar el repechaje: ese es el botín que deberá repartirse entre Colombia, Argentina, Ecuador y Chile. Una de estas cuatro se quedará con las manos vacías. ¿Cuál será? Entérese como llegan estas cuatro selecciones a la recta final de las Eliminatorias Suramericanas. 

 

Colombia: el loquito de la pistola.

Colombia tiene más puntos de los que merece. Su crisis de juego es profunda. La dirección de campo de esta doble fecha fue errada y confusa. Pero no es momento de echar abajo la estantería. Hay dos buenas noticias: la primera, hay cinco meses para trabajar y reconstruir la casa. La segunda, de los seis partidos, cuatro serán contra los cuatro últimos: Paraguay, Perú, Bolivia y Venezuela.

 

El equipo debe hacer una reflexión en todas las líneas. La crisis de juego empieza desde atrás. No hay un abanderado del primer pase, de la salida limpia. Los laterales –Díaz y Arias– han jugado los suficientes partidos para sacar conclusiones: aportan poco o nada con el balón. No ofrecen salida, ni posibilidades a los volantes para construir. El equipo sin alas se asfixia. Ahí están Bocanegra y Fabra. Pékerman deberá probarlos

 

En la mitad, Sánchez es la única certeza. Necesita un compañero más llegador que se haga cargo –junto a James– del peso creativo del equipo. Colombia no tiene llegadores, ni volantes que rompan desde atrás. En su momento, Aldo Leao dio ese plus. Hay que buscar a ese jugador.

 

Arriba hay poco para analizar. Sin volumen de ataque, no podemos sentenciar a ningún delantero. Borja, Bacca y Falcao han hecho lo que pueden: generar faltas y pelearse contra los centrales.

 

Lo que más preocupa en este momento es la dirección de campo. Pékerman –usando una metáfora de guerra– en vez de parecer el militar profesional que ha sido, el que usa un plan, se posiciona en un lugar estratégico y escoge el arma indicada; el que es paciente y certero en sus movimientos, parece otra cosa, una muy distinta. Se parece más al loquito que sale en la mitad de su pueblo con una pistola y empieza a disparar por los aires sin mirar, intentando que alguna bala, la que sea, llegue buen destino. En esta doble fecha todas sus apuestas fueron erradas y contradictorias. Colombia necesita al entrenador asertivo que ha demostrado ser a lo largo de su carrera.

 

 

¿Argentina o Messi Fútbol Club?

El proyecto Bauza completó su sexto partido dos derrotas, dos empates y dos victorias– en medio de un contexto turbio y espinoso. El pobre rendimiento individual de varias piezas emblemáticas –Biglia, Mascherano, Di María, Higuaín, Agüero– de una generación que llegó a tres finales, ha alimentado la furia de aquellos que exigen un relevo generacional de inmediato. El ‘Patón’ se puso las sorderas y con firmeza ha confiado en esta generación.

 

La victoria frente a Colombia da tranquilidad para trabajar, pero Bauza tiene una obligación: hacer que la selección deje de ser el “proyecto Messi” y se convierta en un proyecto de EQUIPO. Por ahora, su propuesta ha sido un boomerang.

 

En su primer partido, contra Uruguay, propuso un 4-2-3-1 con Dybala de enlace, Messi recostado por derecha e Higuaín en punta. En Venezuela, Banega hizo de enlace, Lamela reemplazó a Messi y Pratto a Higuaín.

 

Contra Perú y Paraguay Messi no estuvo por lesión. Dybala lo reemplazó, Agüero jugó de enlace y Di María abierto. Misma propuesta, pero esta vez al equipo se le vio partido. Los de arriba no hacían el ida y vuelta y Argentina nunca estuvo compacta.

 

Frente a Brasil el entrenador cambió y apostó por un 4-4-1-1, con Messi detrás de Higuaín y Enzo Pérez de carrilero. Una propuesta muy similar a la de Sabella en la final del Mundial contra Alemania. El equipo fue un desastre y su boomerang regresó al 4-2-3-1 que goleó a Colombia.

 

A falta de seis partidos, el funcionamiento del equipo depende por completo de la inspiración de Messi. Peligroso. Bauza sólo tiene cinco certezas: Romero, Otamendi, Mascherano, Di María y Messi. Los demás han entrado y salido.

 

Argentina tiene que construir caminos para encontrar a Messi en el último cuarto. La tónica no puede seguir siendo la de rezar y esperar que sea él el factor diferencial en todos los partidos. El entrenador tendrá cinco meses para hacer un lindo decorado alrededor de su joya.

 

 

Chile: Del infierno al cielo en una fecha 

Para Chile la cosa pintaba muy mal. Pero en la eliminatoria suramericana todo cambia en cuestión de un pestañeo. Hoy, tras recuperar en el escritorio los tres puntos frente a Bolivia y haber sacado cuatro puntos frente a Colombia y Uruguay, Chile es cuarta y otra vez vuelve a ser clara candidata.

 

Que los románticos se olviden, que se resignen, de la Chile de Sampaoli queda muy poco. El equipo de Pizzi es diferente, pero no por eso menos competitivo. Al revés. El hispano-argentino le dio a la selección el pragmatismo y la pizca de resultadismo que hace falta para sobrevivir en estas eliminatorias tan jodidas.

 

Contra Colombia Pizzi sorprendió a Pékerman con un planteamiento híper-defensivo: un 4-5-1, con doble lateral en ambas bandas (Fuenzalida-Isla y Beausejour-Mena); por adentró, ni Vidal ni Aranguiz se soltaron; y arriba, la única referencia fue Eduardo Vargas, al que también se le vio pasando la línea del balón. Fue un equipo que salió a defenderse –Sampaoli habrá llorado en Sevilla– y que supo controlar con facilidad los tibios ataques colombianos. La mejor noticia fue el partidazo que se jugó el central Enzo Roco, que ya se perfila como un recambio de garantías para la zaga defensiva.

 

Contra Uruguay, si bien la localía y el regreso de Alexis Sánchez le dieron más peso ofensivo al equipo, tampoco se vio el Chile avasallante de hace dos años. El dibujo fue un 4-3-3 en el que Fuenzalida jugó de extremo derecho, pero con la obligación de completar la línea de cuatro en la transición defensiva. Con Pizzi los laterales se sueltan poco y, sin ellos, la responsabilidad ofensiva recae estrictamente en lo que se puedan inventar los grandes nombres del equipo.

 

No es una selección brillante, pero tiene amor propio y a un maravilloso Alexis Sánchez. Ambos, ingredientes fundamentales para llegar a Rusia.

 

El fortísimo Ecuador

Este equipo que se ha acostumbrado a la élite sudamericana. Más allá de los altibajos propios del infierno que es jugar las Eliminatorias, ha mantenido una base y una idea. Aunque cada fecha es un universo nuevo, Ecuador sabe muy bien a qué debe jugar para hacerse fuerte. Hoy es tercero e inhala vigor.

 

En defensa, Paredes y Ayovi son inamovibles. El primero es el más arrojado de los dos, le ha venido bien jugar en Inglaterra para ganar en marca y tiene el área rival dibujada. Walter, en cambio, con sus 37 años, juega más con la cabeza que con los pies. Se suelta, claro, pero en campo rival es usual verlo de organizador interior. Si Erazo y Achilier son el punto débil de esta selección, para eso Quinteros ha traído a Caicedo y a Mina. El primero está en período de prueba, el segundo, con su primer gol, será un fijo.

 

En la línea de volantes, Jefferson Orejuela es la sorpresa que dejó esta doble fecha. Debutó como titular contra Uruguay y derrochó personalidad. Luego, contra Venezuela, terminó de avalar su convocatoria. El área rival lo atrae como un imán y su dinámica  e intuición para filtrar lo hacen el complemento ideal de Christian Noboa (de quien sobra decir algo, él lo entiende todo y todo lo hace bien).

 

Para esta doble fecha no estuvieron ni ‘Toño’ Valencia ni Jefferson Montero, pero Enner Valencia, Bolaños y Renato Ibarra (otra sorpresa feliz para Ecuador) mostraron un equipo top. ¿Qué le falta a Ecuador? Un cerebro, un freno de mano. A Ecuador a veces se le queda atrás la pelota. Contra Uruguay abuso del pelotazo y contra Venezuela sufrió para encontrar la llave del primer gol. Luego, con espacios, se supo divertir.

 

Y en punta, Caicedo es el 9 que todos quieren. Juega de espaldas, es bravo, tiene jerarquía y entiende el tempo perfecto de las culebras que lo rodean.

 

Ocho puntos tendrá que hacer Ecuador para conocer Rusia. Tiene un mapa de juego bien trazado y muchas variantes. De los perros del ascensor, es uno de los más feroces.

 

 


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