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Cuando a Ancelotti se le salió la plantilla de las manos, para reemplazarlo, trajeron a Jupp Heynckes, un viejo amigo de los capos del equipo. Alaba, Neuer, Javi Martínez, Robben, Ribery, Müller y Boateng habían ganado el triplete con él en 2013. Entonces, lo normal era suponer que James, por ser el chico nuevo, partía con desventaja.
Seis meses después, James y Heynckes ridiculizaron nuestros prejuicios. Hoy, el 11 es fundamental para su entrenador. Junto a Lewandowski y Müller, James ha sido uno de los tres mejores jugadores del equipo esta temporada. Pero lo fascinante de esto no es constatar que estaba capacitado para rendir en un club de esta dimensión, sino descifrar la manera en que lo ha hecho.
Hablamos de que ha habido un cambio posicional y conceptual en su juego. Heynckes convenció a un mediapunta con gol, gran pegada y buen último pase de que era posible descubrir a otro jugador, uno que aún no había sido explotado: un volante moderno, más responsable del origen de la jugada que de la finalización, un socio de todos, un motor y un portento físico.
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En los primeros partidos con el Bayern, James jugaba o por detrás de Lewandowski en un 4-2-3-1 o como falso extremo por izquierda y derecha. Müller, Robben y Ribery tuvieron lesiones musculares, lo que no obligó al técnico a descartar a ningún gran nombre. El colombiano jugó mucho, jugó bien, pero era difícil descifrar el rol que Heynckes pretendía para él. Los partidos han pasado y desde diciembre el DT fue alejando a James del área. El de hoy es más interior que cualquier otra cosa.
James no debería ser el 10
Colombia debe mejorar mucho si quiere hacer un buen papel en Rusia. Hasta antes de los amistosos contra Francia y Australia, en los que hubo una mejora considerable, el equipo arrastraba una larga crisis de juego: sin salida limpia, la generación de juego en la mitad era mínima y el equipo perdió su identidad y su vocación ofensiva.
Un movimiento que le daría fluidez y mejor lectura de juego al medio sería usar en la Selección al James del Bayern. Retrasarlo. Alejarlo del área y acercarlo a la ‘Roca’ Sánchez. Pensar en una línea de tres con James de interior; él con más libertad para soltarse y tomar altura, y el otro interior más cerca de la ‘Roca’, arropándolo y guardando la posición. Es decir, Sánchez haciendo de Javi Martínez, Mateus Uribe —o el que elija Pékerman— de Arturo Vidal y James de James.
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¿Por qué no? La materia prima de Colombia en el medio no es abundante. Mateus Uribe, Sebastián Pérez, Wilmar Barrios y Daniel Torres nunca rindieron a un nivel alto. Ninguno se adueñó del puesto en esta etapa, y el gran déficit de Colombia respecto a las grandes potencias es no tener volantes que manden en los partidos, que impongan condiciones, que sean motores de juego y junten a sus compañeros en campo contrario. Lo que hacen Thiago con España, Modric con Croacia y Paulinho con Brasil. Lastimosamente, nosotros no tenemos ningún volante que este dentro de los cien mejores del mundo en esa tarea.
En cambio, de tres cuartos para adelante a Colombia le sobran las herramientas y el talento: Chará, Cuadrado, Muriel, Quintero, Borja, Falcao, Zapata, Izquierdo, Bacca, Teo, etcétera. Habría muchas posibilidades para compensar el tránsito de James, de pasar de ser un 10 y convertirse en un volante 8.
Alejarlo del área puede traer problemas. Cierto. Nadie en la Selección ha aportado sus números —sin sus goles y sus asistencias es probable que tuviéramos que ver el mundial por TV—. Quizá sería renunciar a esto, pero podríamos ganar mucho por otro lado: dotar al equipo de una claridad y una lectura de juego que nadie más tiene: recursos para enriquecer la mitad de la cancha, cambios de frente precisos, pases entre líneas, giros para liberarse de la presión y la posibilidad de encontrar a los laterales cuando estos se desdoblan. Desde ahí, en la base de la jugada, puede ser el que haga jugar a todos. El organizador, el peaje de Colombia.
Heynckes lo convenció de que podía serlo en el Bayern. Le dijo que convertiría menos goles, pero que a la vez sería más importante para el equipo. Por supuesto, al final la disposición del jugador es la clave. Hoy físicamente está hecho un toro: fibroso, ágil, con un despliegue y un gran ritmo de juego. Lo vemos con una presencia mayor, abarcando mucho más terreno. Y si todo esto ha sido posible en un club lleno de volantes extraordinarios, pregunto: ¿no podría Pékerman convencerlo? Este movimiento no garantiza nada, pero como están las cosas creo que es la solución más innovadora y audaz. James puede convertirse en la pieza que nos falta para acercarnos un paso más a las selecciones favoritas. Piénsenlo.
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