Las 3 cosas que Zidane extraña de James

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El presente curso del Real Madrid roza el ridículo. Hay muchas razones que lo explican y James es una de ellas.

 

Explicar que el Real Madrid esté haciendo una temporada tan mediocre, apenas meses después del temporadón del curso pasado, requiere de un análisis exhaustivo: ¿Falta de hambre? ¿Poca o mala preparación de los partidos? ¿Peor plantilla que el año pasado? ¿Falta de entrenamiento táctico para limitar a los rivales? ¿Bajón de rendimiento de sus mejores jugadores? Un poco de todo eso y más.

 

Ahora, decir que el Real Madrid está así por la salida de James es un patético abrazo a la bandera. Es falso. A los ventajistas les resulta cómodo poner la foto de este Zidane errático al lado de la estupenda versión de James en el Bayern. Sin embargo, sí hay tres razones para pensar que el francés extraña a James. Y mucho.

 

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James suplente: Un lujo que pocos se dan

 

Los que se agarran la cabeza preguntándose cómo fue posible que dejaran salir a James, Pepe y Morata de un solo portazo no reparan en que es casi imposible (re)tener por más de una temporada a jugadores de ese tamaño en el banco. Un futbolista que juega y cobra como estrella mundial no está para darle descanso a los titulares.

 

Parte del éxito de la temporada pasada se cocinó en partidos en los que Zidane apostó por un equipo lleno de suplentes y estos le respondieron como titulares. En Copa del Rey, por ejemplo, James jugó contra la Cultural Leonesa en dieciseisavos (en la ida y la vuelta) y marcó un gol. Contra el Sevilla, en el 3-0 en la ida, metió dos goles que encarrilaron el pase a semifinales. Contra el Celta de Vigo en semifinales no jugó ninguno de los dos partidos; Zidane le dio esa serie a los titulares.

 

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Zizou le supo sacar jugo a un suplente de lujo. La temporada pasada jugó 1834 minutos, marcó 11 goles y dio 13 asistencias. Un gol cada 165 minutos y una asistencia cada 140. Esos números le descuadran la caja a Zidane, los volantes suplentes de este año no le dan ni la mitad.

 

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Pegada para la pelota quieta

 

Uno de los grandes sellos de identidad y poderío del Real Madrid en estos años exitosos ha sido la pelota quieta en ataque. Lo tenían todo: jugadores altos, fuertes y buenos cabeceadores (Ramos, Varane, Pepe, Bale, Benzema), trabajo, jugadas de pizarra (tarea del entrenador) y excelentes pateadores.

 

Un equipo puede tener buenos cabeceadores y trabajo semanal, pero sin buena pegada lo primero servirá de poco. Toni Kroos, el encargado de las pelotas quietas, tiene una pegada única en el mundo. Además del alemán, Zidane tenía en James un gran complemento. El colombiano no solo cobraba cuando no estaba Kroos, sino que por perfil, por ser zurdo, podía cerrar más los centros y aumentar el peligro del cobro desde el costado en el que los diestros no pueden hacerlo.

 

 

Este año el Madrid ha mermado mucho su poder en esta faceta. No tener la rosca y la precisión de la pegada de James ha sido, sin duda, un arma menos para Zidane. Basta con ver las pelotas quietas y los tiros de esquina que cobra el 11 del Bayern.

 

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Menos competencia para Isco

 

En la temporada pasada Zidane tenía 22 aviones. Al margen de la calidad, suplentes y titulares salían a morder desde el primer minuto. Todos tenían minutos y se sentían parte del proyecto. En algunos casos, no era muy claro quién era el titular entonces había una feroz competencia por el puesto. Las ganas de demostrarle su valía al entrenador provocaron duelos entre estrellas de primer nivel.

 

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Pepe vs. Varane, Benzema vs. Morata, James vs. Isco. Este año Benzema sabe que pase lo que pase será titular. Sabe que Mayoral, por muy buenas impresiones que deje, es un crío. Lo mismo Varane. Si bien Nacho viene apretando y algunos incluso ya reclaman que sea titular, con la salida de Pepe, Varane se quitó una sombra de su espalda. Se sabe titular.

 

El caso de Isco es el más notable. Zidane debió sentir que James significaba un obstáculo para la consolidación de Isco y la explosión de Asensio. Con el colombiano en el Bayern y con un Asensio que no tiene nada que ver con el del año pasado, Isco se creyó el Rey del Mambo. Ya no aprieta como antes, corre menos y presiona menos. Contra el Leganés su desidia fue penosa.

 

Era difícil mantener a James. Claro. Pero Isco sabe que Ceballos no le quitará el puesto. Le sacaron una estrella y le trajeron a un practicante. Así cualquiera suelta el pie del acelerador.

 

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Foto: marca.com


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