Carlos Bejarano, el arquero que salvó al América

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Antes del héroe indiscutible que es hoy, Bejarano fue villano (y volante 10). Bienvenidos a su historia. 

 

Los ánimos tensos se apoderaban del Pascual Guerrero ese 26 de octubre del 2011. El América empataba  1–1 contra la Equidad y se agotaban los minutos. La hinchada hacía más fuerza que nunca. Corría la decimosegunda fecha y el equipo seguía en zona de descenso. Tenían que ganar. Tenían que hacer respetar su casa. Entonces, en una jugada complicada, el arquero de la Equidad derrumbó al ‘Tigre’ Castillo; pitaron penal. El ‘Tigre’, con el aliento del Estadio lleno, corrió y pateó. El arquero voló y con su tapada puso su granito de arena para que el América se fuera a la B.

 

 

¿El nombre de ese arquero? Carlos Bejarano. El mismo que este año se ganó el cielo americano con las atajadas que le devolvieron la gloria al América. El fútbol es misterioso: sacas un balón y eres villano, sacas otro y eres héroe.

 

Aunque llegó en 2015 con traje de redentor, Hernán Torres tuvo sus dudas y mandó a importar a Sebastián Fuentes desde Uruguay. Pero el chocoano no se achicó y Torres terminó por darle la confianza (y a veces, también, la cinta de capitán).

 

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Los padres rojos le van a contar a sus hijos del día en que quisieron matarlo por el torpe penal que cometió contra el Quindío. “Esta es la vida de nosotros los arqueros, he salvado una y mil veces, y nos equivocamos una, y nos fusilan. Nos dolió, lloramos, no dormí esa noche, pero la vida sigue, esto nos tiene que hacer mucho más fuertes”, dijo cabizbajo. Para ser arquero del América había que estar preparado para ser crucificado en cualquier instante. Él lo sabía.

 

Y los hijos van a preguntar: ¿Entonces por qué lo quieres tanto? Y Los padres, con los ojos húmedos, lo recordarán con sus brazos al aire, apuntando al cielo, mientras ellos, felices, se abrazaban celebrando el día en que volvieron a la A.

 

Pero antes de ser el salvador que sólo concedió cuatro derrotas en el año del ascenso, Carlos Bejarano tuvo un proceso bastante curioso. Como muchos, no comenzó en su puesto. El chocoano quería ser el némesis de sus ahora colegas: quería ser el creador del peligro, el volante ’10’. Pero el destino le tenía otros planes. Héctor Perea dirigía la Selección Chocó en el año 1999. Carlos era el volante ’10’, pero por esas suertes del fútbol, el equipo se quedó sin arqueros antes de un partido crucial frente al Tolima. ‘El qué sabe jugar juega donde sea’, dicen por ahí: el volante creativo salió figura bajo los tres palos.

 

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A él no le importó su transformación y reubicación, su amor al fútbol era más grande. “Me puse allí porque me gustaba jugar fútbol y no importaba si era tapando, pero al atajar ese día le encontré una magia a la posición. Me fue muy bien y fui una de las figuras del equipo”, dijo Bejarano en una entrevista.

 

De arquero, en todo caso, le ha ido bien. Tanto que ya jugó a nivel de selecciones. No fue en la Selección Colombia, sino en el equipo de Guinea Ecuatorial, un pequeño país de 1.600.000 habitantes ubicado en el África Central. ¿Cómo? Tras un “papeleo” de dudosa reputación.

 

Así explica el mismo el curioso “fichaje”:

 

Carlos será recordado como el hombre que cuidó el arco en la resurrección del América y el encargado de su reafirmación en la A. Sin embargo, él mismo recuerda que es futbolista pero que pudo haber sido profesor. En uno de esos mil desenlaces que alguna vez soñó para su vida, se vio estudiando lenguas para luego enseñarlas. Hoy vive la gloría que el fútbol trae a quienes asumen retos y logran hazañas. Quizá en algunos años se dedique a la noble profesión de enseñar.

 

Foto:

RCN


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