No importa que haya salvado al América, ni que sea el mejor arquero de la liga, ‘Bejaraña’ no va a ir nunca a la Selección.
Eso de que “el aleteo de una mariposa en Brasil puede producir un tornado en Texas” no es cuento chino.
Resulta que en 2012 la Copa Africana de Naciones se disputó en Gabón y Guinea Ecuatorial. Resulta también, que para estar a la altura en su primera participación, Guinea Ecuatorial, un país enano de un poco más de un millón de habitantes, se propuso a formar un equipo lleno de foráneos, de jugadores nacionalizados.
Con 21 (de 23) jugadores nacionalizados, los “ecuatoguineanos” se clasificaron a cuartos de final y, aunque fueron vapuleados por Costa de Marfil, le dieron a “su gente” la mayor alegría futbolística de la historia.
Ese fue el aleteo…
Como había funcionado tan bien, la estrategia se mantuvo de cara a la eliminatoria a Brasil 2014. En principio, la política era lógica: podían nacionalizarse jugadores que tuvieran antepasados ecuatoguineanos o jugadores que llevarán varios años viviendo en el país. Debido a que se trataba de una antigua colonia española, la selección estaba plagada de españoles y otros jugadores con vínculos ancestrales. Rolan de la Cruz Biojó y Danny Quendambú fueron los primeros colombianos —acaso los únicos y curiosamente ambos de Fortaleza F.C. (¿?)— que comprobaron su relación con el pequeño país africano.
Lea también: Carlos Bejarano, el arquero que salvó al América
Luego, como suele pasar, la norma se hizo laxa y el flujo de jugadores suramericanos que no tenían absolutamente nada que ver con Guinea Ecuatorial aumentó dramáticamente. La ilusión de jugar a nivel internacional y un jugoso incentivo económico de parte del gobierno hizo que muchos jugadores, incluso juveniles que aún no habían debutado, hicieran el papeleo.
El rumor se difundió por el FPC y varios colombianos sacaron el pasaporte: Jimmy Bermúdez, César Rivas Chará, Yoiver González, Jhonnier González y el para entonces desconocido Carlos Bejarano jugaron partidos oficiales con Guinea.
Aquel 7 de septiembre de 2013, cuando jugó su primer y único partido con su segunda patria, Carlos tenía 28 años, tapaba en el DIM y ni en sus sueños más plácidos se veía jugando en la Selección Colombia.
…La tormenta se desató cuatro años después, el domingo que pasó, no en Texas sino en redes sociales, cuando todo Twitter le exigió a Pékerman llamar a ‘Bejaraña’ —ya no Bejarano— a la Selección (Colombia). El América había perdido, pero a punta de atajadas impresionantes el arquero había demostrado que era el más en forma del país.
Porque así es la vida, porque da demasiadas vueltas, a sus 32 años, el mejor momento de su carrera coincide con una sequía de arqueros colombianos. Porque así es la vida, curiosa, hoy Pékerman no sabe con certeza a qué arqueros llevar a Rusia. Y porque así es la vida, canalla, el héroe del América, el arquero del momento, ni siquiera es una opción.
¿Por qué? Fácil. Porque hace cinco años a una diminuta nación africana le dio por nacionalizar, a diestra y siniestra, jugadores foráneos. Vaya uno a saber por qué, en ese momento ‘Bejaraña’ midió mal.
No se vaya sin leer: ¿No que éramos un país de arqueros?
Gracias por los mensajes de cariño y de apoyo,quiero decirles que yo no puedo jugar ya en la @FCFSeleccionCol por que jugué con #GuineaE…🖐
— Carlos Bejarano (@carlitosbeja1) October 26, 2017
Foto:
as.com