El problema de los amistosos de Colombia no es la ida sino la vuelta. De Asia, así jueguen poco, los futbolistas volverán mamados.
Mucho se le ha discutido a Pékerman el nivel de los rivales que escoge para los partidos amistosos. Esta vez, contra Corea del Sur y China, no iba a ser diferente. Le sabe mal al periodismo y al ciudadano de a pie que, teniendo en cuenta el nivel pobre de la Selección, los amistosos pre-mundialistas sean contra dos selecciones que en el papel son muy inferiores.
Sin embargo, más allá del nivel, pobre o no, de nuestros enigmáticos rivales, hay algo que debe ser motivo de reflexión. La recta final de la Eliminatoria dejó claro que aquí no hay nada para celebrar y en cambio sí mucho por trabajar. La pregunta entonces es si en estos momentos, en los que el equipo no juega a nada y en los que varios de nuestros referentes están en una situación de incertidumbre en sus clubes, lo más inteligente sea irnos a pavonear por Asia como si fuéramos los Harlem Globetrotters.
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Según el periodista Javier Hernández en Blu Radio, por estos dos amistosos la Federación recibirá una cifra cercana al millón y medio de dólares. Un monto que se le paga a selecciones del peso de Argentina o Brasil. Para la Federación seguro fue difícil negarse, pero es imposible desconocer que ir a Asia supone un desplazamiento brutal que no es conveniente para ninguno de nuestros futbolistas. Con excepción de Giovanni Moreno, todos los posibles convocados juegan en Europa y Latinoamérica.
Para que nos hagamos una idea, llegar de Múnich a Seúl toma unas 17 horas de viaje (con una escala corta) y supone un jet lag de la racamandaca. Pongo el caso de James porque de todos es el más dramático. Ahora mismo el 10 debe convencer a su nuevo entrenador y, aunque jugó un partidazo el fin de semana, no es mentira que le está costando. Nuestro mejor futbolista está sufriendo por falta de regularidad en su club y la resolución de la Federación es llevárselo a miles de kilómetros para jugar dos partidos amistosos sin trascendencia contra dos rivales que no son ni fu ni fa. Los casos de Ospina, Sánchez, Muriel y Bacca, por mencionar tan solo a algunos, no son diferentes. Ahora imaginen lo que será ir a Corea para nuestro juvenil Abel Aguilar.
El problema acá no es la ida sino la vuelta. De Asia, así jueguen poco, los futbolistas volverán trajinados y cansados, derechito, a seguir trabajando por llegar a la recta final de la temporada con minutos y regularidad. A escasos meses del Mundial no necesitan que les hagamos zancadilla.
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Habrá que sopesar y evaluar si los amistosos en Asia valen el esfuerzo que suponen. ¿No habría sido más inteligente organizarlos en algún estadio europeo? Brasil, por ejemplo, jugará contra Japón. ¿En dónde?. En Francia, en el jardín de la casa de Neymar. Uruguay jugará en Polonia y Austria. Y mientras nosotros viajamos por todo el mundo, Sampoli está intentando convencer a la AFA de que alquile un predio en Europa para juntarlos a todos y evitar la mayor cantidad de desplazamientos. Algo así seguramente es más costoso y menos rentable, pero en este momento la prioridad debería ser futbolística.
La idea de estas concentraciones es hacer grupo, probar nuevos futbolistas y seguir consolidando una idea de juego, si acaso hay una. Bueno, para ninguna de estas cosas hacía falta irse hasta Asia.
Hay caras en la Selección que no necesitan probar nada y de los que ya sabemos que van a estar y que van a jugar. Si fuera por mí, dejaría a los capos tranquilos. Que a escasos meses del Mundial una convocatoria sin James o sin Falcao suena a locura, a irresponsabilidad, incluso a estupidez, quizá. Pero igual de tonto fue ponerlos a viajar hasta allá. Así las cosas, lo más inteligente sería que jugarán el primer partido y que se devolvieran a descansar. Y que estos amistosos estrafalarios no pasen más.
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Prensa Libre / Redes