La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Se acabó la paridera. Después de caminar borrachos al borde del abismo, podemos decir que estamos en octavos. Acá arranca un nuevo Mundial, uno al que llegamos fortalecidos luego de la tragedia con Japón y el reto inmenso que fue ganarle a una implacable Senegal, que nos superó en juego, pero no en fuego sagrado.
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Del otro lado estará Inglaterra. Un nombre que asusta en el papel, no por su trayectoria mundialista. Ganaron en el 66 —en un evento organizado por ellos y al que se mira con recelo por decisiones arbitrales poco rigurosas—, en el 90 se metieron a semifinales y ya. Pare de contar. Desde 1990 Inglaterra no ha pasado del sexto puesto. Nosotros en Brasil fuimos quintos…
Pero eso nos debe tener sin cuidado. Alemania tiene la historia mundialista más contundente de todas y desde ya lo mira por tevé. Si algo ha dejado claro este Mundial es que los libros de historia no juegan por nadie. Entonces hablemos de fútbol…
Digamos que a nuestro rival, llámese como se llame, le tocó un grupo fácil. Dos equipos superiores, favorecidos por el calendario, que aplastaron a dos equipos nimios. El típico “seis-seis-cero-cero” que liquida la última fecha. Al final, el primer puesto estaba en juego, pero el segundo era más atractivo. El número uno se iba por el lado de los cocos, el número dos, por el nuestro.
Y, como era de esperarse, la gran final del grupo fue un papelón. Más allá de que ambas nóminas fueron de reserva, el partido se jugó sin enjundia y sin amor por la competencia; un entrenamiento de tenencia de balón que, de no ser porque los chiflaron cuando se acabó el primer tiempo, habría terminado 0-0. En el amanecer del segundo tiempo, Januzaj hizo una de solista, se descachó y la clavó al ángulo. Bélgica primero, Inglaterra segundo.
¿Bueno para Colombia? Sí, aunque no necesariamente por el nombre del rival. Inglaterra también es un equipo repleto de figuras. El objetivo es ganar y para lograrlo da lo mismo enfrentarse a uno u otro. Igual de jodido. Es bueno, sobre todo porque Inglaterra perdió su oportunidad para medirse los huevos con un rival de peso. A Panamá le pasaron por encima y Túnez, aunque los llevó al límite, lo hizo más por falencias en el juego colectivo de los ingleses que por exhibición de virtudes propias. Southgate desperdició una chance inigualable para terminar de aceitar su propuesta. Un último ensayo.
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Nosotros, en cambio, bajamos al infierno y salimos vivos. Tenemos sangre en los ojos. Desde el minuto tres del primer partido entramos al Modo Mundial: perdimos con Japón, revivimos contra Polonia y jugamos el partido más difícil posible contra Senegal. Para ellos el Mundial apenas comienza, nosotros ya lo ganamos, lo perdimos y lo volvimos a ganar. Ellos tienen grandes individualidades, Colombia también. Colombia tiene eso y fuego sagrado. Más que nunca, podemos soñar con cosas chingonas.
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Egypt Today
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