Mina jugó su segundo partido completo en un estadio en el que el Barca sufre todos los años.
La primera gran prueba
Antes de saber lo que iba a pasar en Balaídos, lo primero que se nos vino a la cabeza cuando vimos en el Twitter del Barcelona a Yerry en el once inicial fue: “Valverde lo tiró a los leones”. Jugar en el Barcelona exige convivir con la excelencia, cierto, pero la única participación en un partido completo del colombiano había sido hace dos meses contra el Getafe en el Camp Nou, y junto a varios titulares. Semanas después sin estar al menos como suplente, Valverde lo alineó en un equipo que jamás había jugado junto y en un estadio en el que el Barcelona ha sufrido muchísimo en las últimas temporadas: ocho goles recibidos en las últimas dos visitas a Balaídos.
Si un once inédito del Barca jugaba mal contra un Celta de Vigo siempre difícil e intenso, y recibía muchos goles, ¿qué se iba a decir? Los dedos índices iban a señalar a Mina, André Gómez y Dembelé seguramente.
Al margen del resultado, lo cierto es que Valverde no ha tenido sensibilidad y diligencia para servir como buen guía a Yerry en su adaptación. Tres días antes de viajar a Roma, para la vuelta de Champions, alineó a ocho titulares contra el Leganés. Y ahora, cuatro días antes de la final de la Copa del Rey, puso un equipo de diez suplentes, reconociendo que se equivocó y que con once jugadores no se puede ganar los títulos en un equipo de esta dimensión.
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Estuvo a la altura
Dentro del caos que fue el Barca en la salida de balón y en las transiciones ataque-defensa, Yerry fue uno de los puntos altos del equipo. Las pésimas decisiones de Denis Suárez y André Gómez en campo propio le causaron muchos problemas defensivos al equipo, y le dio la posibilidad al Celta, que tiene jugadores muy rápidos (Aspas, Sisto, Wass) para lastimar al espacio. En ese escenario. Yerry estuvo todo el partido apagando incendios (hizo un cierre espectacular en el área chica al minuto 28) y tuvo que jugar mano a mano con Iago Aspas varias veces. En el juego aéreo estuvo impecable; ganó todas las divididas por arriba y no le pitaron falta por codazos o empujones.
Él y el Barca tuvieron doce minutos de paz: el tiempo que transcurrió entre el ingreso de Messi al minuto 60, el gol de Alcácer (segundo del Barca) y la expulsión a Sergi Roberto. En ese lapso el equipo tuvo que retroceder, Yerry ya no tuvo que jugar con tantos metros a sus espaldas y comenzó a tener más acción en los despejes, rebotes y defendiendo en el área.
El empate 2-2 terminó siendo justo más allá de los oportunidades claras del Celta al final del partido. Lo positivo es que son estos partidos los que templarán el carácter de Mina y nos dirán si tiene el nivel para jugar en el Barcelona.
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