Cuando ganar es un hábito

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Pasaron más de cincuenta años para que el Real Madrid pudiera volver a sentirse el amo del mundo. En la era Di Stéfano se ganaron cinco Copas de Europa seguidas. En la era Cristiano, tres en cuatro años. Sensacional. Estas son las tres claves de la final.

 

Una baraja de recursos 

El Real Madrid es el mejor equipo del mundo. Punto. Lo es por muchas razones. La principal es que es un equipo completísimo. Maneja una baraja muy amplia de recursos. Hoy, contra la Juve, demostró una versatilidad increíble para herir al rival. La defensa achicando espacios se comió vivos a Dybala e Higuaín. Carvajal y Marcelo fueron los puñales de siempre. Cristiano sin tener demasiada participación en el juego es la lanza más venenosa del Madrid. Aparece para matar. Kroos y Modric dominan el juego con criterio. Isco es un fantasma que amenaza constantemente las espaldas de los volantes rivales. La magia de este equipo es que domina todos los registros. No tuvo que apelar a la pelota quieta, pero en ese apartado también es un equipo muy poderoso.

 

La virtud de Zidane es haber logrado potenciar todos los recursos que ofrece una plantilla tan rica. El entrenador ha demostrado un pragmatismo muy sano. No se casó con ningún perfil de jugador ni con ningún estilo en particular.

 

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Dilema Cuadrado-Barzagli

La sensacional actuación de la Juve contra el Mónaco en semifinales le abrió un dilema difícil a Allegri. Cuadrado había sido uno de los mejores hombres de la temporada. Fue uno de los elementos que justificó el cambio táctico de su sistema. Pero contra el equipo de Falcao, Allegri uso a Barzagli en la defensa y ubicó a Alves en el lugar de Cuadrado. Dani fue el mejor jugador de la eliminatoria. Quizá esa versión de su equipo llevó a Allegri a repetir el once en la final.

 

Ahora, en este partido, la Juve no tuvo recursos para penetrar por fuera al Madrid. Alex Sandro mandó centros muy forzados y tuvo que pelear con un Carvajal imperial en marca. A Dani Alves le ocurrió lo mismo. La vigilancia de Marcelo y la soledad para atacar hicieron que Alves no pudiera aportar en ataque como lo suele hacer. El Madrid estuvo impecable en defensa. Sin embargo, una Juve con doble pareja en banda hubiera sugerido otro tipo de partido. Era una decisión difícil, pero si Allegri pudiera volver a jugar la final en una semana, posiblemente, usaría la dupla Cuadrado-Alves en la banda derecha.

 

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Zidane: el triunfo de la sobriedad

El incontestable 4-1 de esta final fue un momento inmejorable para que salieran a flote las bondades de la sensacional gestión de Zidane. Ha sido el único entrenador capaz de hacer descansar a Cristiano cada dos partidos. Los minutos de reposo en febrero y marzo nos permitieron ver la bestial versión del ‘7’ en este final de temporada. Sin duda un mérito del entrenador.

 

Otra apuesta que funcionó a la perfección fue la de Isco. La grave lesión de Bale en noviembre obligó a Zidane a ampliar las posibilidades en el ataque de su equipo. La baja del galés provocó el crecimiento de Isco y Asensio. Estos nombres tienen el sello del entrenador. Lo lógico era reemplazar a Bale con Lucas, por similitud en las características. Pero el talento de Isco prevaleció. Isco no tuvo una actuación especialmente destacada en la final, pero su presencia le cambia la personalidad al equipo. El Madrid de Isco es muy diferente al Madrid de Bale.

 

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Foto: marca.com


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