Llevo en mi corazón a David Ospina, por eso le pido este compromiso.
Lo primero sale fácil: hoy, 18 de Octubre de 2017, sigo pensado que David Ospina es un arquerazo. Un fenómeno. Hoy sigo pensando que en Sudamérica no hay otro arquero como él. Si me lo preguntan, con una sonrisa en la cara, me acuerdo con emoción de que en el Mundial de Brasil se cansó de salvarnos las papás y después de Keylor Navas fue el mejor arquero de todos. Nuestro fútbol feliz –digo con seguridad– nuestro fútbol arrojado, valiente, de laterales largos y libertad creativa, nos puso en los ojos de todos gracias a que atrás, serio y consagrado, devorándose los palos, estuvo el Rey David. ¿Que nos descompensábamos atrás? ¿Que le comían la espalda a Armero o a Zúñiga? ¿Que Yepes perdía los uno contra uno? Tú tranquilo, siempre Tú tranquilo.
Así que estas letras están, primero, atravesadas por el agradecimiento. Luego, en segundo lugar, viene la preocupación. La profunda preocupación…
Después de Brasil, convencido por el Profesor Wenger, Ospina fichó por el Arsenal, el más lindo club de Europa. Su historia parecía un bestseller con final feliz… hasta que el profesor contrató a Peter Cech y David, de a poco, se acostumbró a ser suplente.
En el 2015, además de los 18 partidos que jugó para la Selección, sólo tapó 4 veces en Premier, 3 en Champions y 4 en FA Cup. En 2016, además de tapar la Copa América, solo tapó los 8 partidos de Champions del Arsenal, 4 de FA y 1 de Premier League. Y en 2017, además de los dos partidos por eliminatoria, en el Arsenal solo ha tapado 6 veces: dos por Europa League y 4 por copas menores… Los números de David son rojos como la camiseta del Arsenal. En tres años, sin contar los partidos con Colombia, nuestro arquero titular ha jugado 30 partidos. Nada.
Le gusta también: contra el fracaso.
Así que es normal que estemos todos preocupados. Que la falta de continuidad mata a los porteros es una verdad en piedra.
Por eso hoy, 18 de Octubre de 2017, después de dormir muy mal tras el partido nefasto de David contra Paraguay, preguntó en voz alta. Primero: ¿es el Rey David intocable?; y segundo: ¿tiene el Rey David una obligación moral de abandonar el Arsenal en invierno para fichar por un club en el que vuelva a ser el mandamás y así llegar a Rusia en su mejor forma?
Y humildemente me respondo: sí, David es intocable. Intocable porque su figura es el principio y el fin de esta Selección. Intocable, además, porque se las ha bancado todas y, con 29 años, llegará a Rusia en la edad perfecta para romperla. Intocable, en fin, porque el segundo arquero (llámese Castellanos, Vargas o Cuadrado) está a años luz de su mejor versión. David se ha equivocado, pero todavía tiene crédito de sobra.
Para que se antoje: ¿Cuánto vale ir a Rusia?
Ahora bien, lo que sí debemos exigirle —y no se vale decir que los futbolistas no eligen su destino— es que mueva cielo y tierra para abandonar el barco utópico de Wenger y así pueda tapar cada uno de los domingos del primer semestre del 2018. Él sabe que su apellido es intocable y sabe que no tiene competencia. Pero también sabe que, así como antes su presencia era sinónimo de seguridad y atajadas milagrosas, hoy es una pregunta abierta que da miedo. Él sabe que los arqueros, sobre todo los arqueros, necesitan de minutos para estar en su mejor forma. Como sabe que está lejos de la suya. Para ser el mejor en Rusia, antes, debe volver a hacerse dueño de alguna portería… Él sabe qué hacer: es un rey inteligente.
Termine con: Cárdenas representa las miserias de nuestro fútbol.
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