El Yaya Touré colombiano

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Comparar engrandece. Por eso esta vez les traemos al Yaya Touré colombiano. 

 

Se hizo hombre en Santa Fe. De la B, después de pasar por el Cúcuta, llegó a Bogotá con su semblante de percherón y como otro refuerzo típico de César Pastrana: una apuesta, una sorpresa, una revelación.

 

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Desde entonces, silencioso y laburador, se fue consolidando como uno de los grandes activos del club. Y es que es un volante raro, atípico, que combina una potencia feroz con una técnica refinada. Es un rinoceronte elegante, cerebral, que aunque disfruta de las cabalgatas extensas, box-to-box, es dueño de un juego con sentido. No hay otro volante en el FPC que, como Baldomero Perlaza, nos recuerde al ya mitológico Yaya Touré.

 

Desafiar los genes

 

Yaya Touré lleva a cuestas 191 centímetros y 91 kilos. Baldomero lleva a todas las canchas del país 187 centímetros y 82 kilos encima. No es fácil jugar fútbol así: volver cuesta un poco más, girar cuesta un poco más, cambiar de ritmo cuesta un poco más, ir al piso cuesta un poco más, conducir cuesta un poco más. Todo cuesta un poco más.

 

Baldomero desafía, al menos en nuestro fútbol, el paradigma de jugador portentoso –léase Elkin Blanco– diseñado para destruir. Con su capacidad y fluidez para girar en el eje, con su enganche corto, su conducción endiablada con el borde externo y su destreza para usar el cuerpo para engañar desafía los genes. Como a Yaya Touré, la biología lo quiso en el equipo de los picapiedras, pero el fútbol en el de los talentosos.

 

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Comprensión del juego y Polifuncionalidad

 

En el Barcelona del sextete, Yaya jugó donde hoy juega Busquets. Luego, en el Manchester City, juntó a Barry, jugó de doble cinco. En Costa de Marfil lo ha hecho detrás del punta. También ha sido feliz jugando de interior. Y ha sabido sufrir de central y único volante cinco.

 

Perlaza, desde que llegó a Santa Fe, ha jugado de todo. De todo. De número 8 definido, a ida y vuelta, de central, de lateral derecho, de interior, de volante central, de delantero –sí de delantero– y detrás del punta. Esto pasa porque, como Touré, tiene una comprensión cabal del juego. Les gusta pensar.

 

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Box-to-Box y omnipresencia

 

Que la cancha parezca quedarles chica, esa es quizá la gran coincidencia entre los dos. Como el Yaya Touré más vital, el que tuvo libertad total bajo el mando de Pellegrini, Baldomero –sobre todo cuando juega de interior– da esa extraña sensación de multiplicarse, de poder estar en todas partes.

 

Este Santa Fe, que juega muy mal, tiene en su número 14 una de las pocas certezas: un auténtico ida y vuelta, bravísimo para saltar de primera a cuarta e intuitivo para tirarse a la banda. ¿Cómo le va en el uno contra uno? Perlaza tiene menos imaginación y habilidad que Yaya, no nos cabe duda, pero de cuando en vez se olvida del pragmatismo y sorprende con alguna fantasía.

 

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Elegancia, golazos y precisión 

 

La capacidad goleadora de Baldo no se puede comparar con la de Yaya, claro que no. Touré tiene en la pierna izquierda más precisión que cualquier jugador del FPC. Lo que sí comparten ambos es su predilección por los golazos. Y su juego en smoking.

 

Baldomero tiene doce goles como profesional. Cada uno lo celebró con las tripas. Sin embargo, parece haberse propuesto a solo hacer golazos. Como Yaya. Además, aunque siempre lleva el cuchillo entre los dientes, tiene como norma la elegancia. Este Santa Fe, sin Omar Pérez y plagado de perros de caza, tiene en el tulueño su cuota gourmet. El hincha rojo, cansado de ir a bostezar, agradece que el número 14 intente acciones de juego poco habituales entre los de su talla. Baldomero cumple, pero no se olvida de divertir.

 

 

Termine con: El Isco Colombiano

 

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Foto:

DiseñoHB


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