Cerca al inicio de la presente temporada de la Premier League nos atrevimos a decir que Manchester se convertiría en la capital del fútbol europeo. Nos apresuramos. Pero era difícil pronosticar que Mou y Pep decepcionarían, ambos, en su primer año en Manchester.
La lluviosa ciudad industrial del norte de Inglaterra logró trasladar una de las rivalidades más interesantes de los últimos años. Dos personalidades, estilos e ideas sobre el juego radicalmente diferentes. El United vio en Mou al hombre capaz de volver a hacer de la figura del entrenador un hombre de club, impenetrable, inspirador; un líder que pudiera regresar al United al club de los mejores. La institución lo requiere urgentemente, la era pos-Ferguson ha sido una ruina.
Por el lado del Manchester City, el millonario proyecto no ha logrado consolidarse como debería. Han ganado una liga con Mancini, otra con Pellegrini, pero ya preocupa la falta de protagonismo en Europa y la incapacidad para jugar con autoridad durante dos o tres temporadas seguidas. Pep fue el elegido para darle la vuelta a la situación. Uno de los entrenadores más capacitados del mundo: ganador y experto para dirigir estrellas. Y, además, con la ilusión de triunfar en un tercer país.
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Pero los dos equipos de Manchester deberán tener paciencia. Después de una temporada sumamente decepcionante sabemos que la construcción de estos proyectos será mas delicada y compleja de lo que esperábamos.
Los dos Manchesters claudicaron hace mucho tiempo a la opción de ganar la Premier. Tanto Pep como Mou tuvieron más de 200 millones de euros para traer jugadores y en ambos casos los fichajes han tenido un año discreto. En algunos jugadores el despilfarro de dinero fue demasiado. Pogba, Mkhitaryan, Bailly, Stones y Nolito han estado muy lejos de lo que se esperaba de ellos.
El United terminará por fuera de los cuatro primeros y si bien puede ganar la Europa League, Mou ha sido incapaz de armar un equipo que juegue con autoridad y encadene varios juegos a un buen nivel. Se han permitido demasiados empates en Old Trafford.
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Pep logró armar un equipo sensacional en sus primeros diez partidos, pero el castillo se le derrumbó. Su equipo mostró muy poca diligencia para defender, fue sumamente vulnerable en la transiciones, no tuvo laterales para sorprender, ni volantes que se adueñaran de los partidos.
Esperamos que los equipos de Manchester la próxima temporada sí justifiquen el dinero invertido y, sobre todo, el apellido de los entrenadores que contrataron