Las figuras de Marc Ter Stegen y Keylor Navas por buenas y malas razones, son presa fácil de la crítica. Del comentario ligero. Defienden los dos arcos más grandes del mundo, y juntos, tuvieron una noche consagratoria. Son sin duda, porteros de equipo grande.
El alemán es el que más duro recibe. Vino de un equipo media tabla de la Bundesliga, fue suplente de un arquero muy querido en América y campeón de todo como Claudio Bravo. Su perfil está lejos de encantar a las grandes marcas. Pero es un porterazo.
Ter Stegen es por excelencia, un producto académico del trabajo que hace Alemania con las nuevas generaciones de porteros. Tiene unas condiciones sensacionales. Grandes reflejos, un juego de pies único, y una personalidad en la cancha especial. De sus errores ha aprendido, y nunca le tiembla el tobillo para salir jugando. En el Bernabéu atajó once disparos. Algunos francamente difíciles. Junto a Messi, le dio al Barca otro Match Ball en la Liga.
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Por el otro lado, un Keylor que dejó boquiabierto al mundo en Brasil 2014. Esperó paciente a que Casillas quemara sus últimos cartuchos, y apenas le dieron las llaves del arco del Bernabeu, simplemente voló.
A diferencia de Ter Stegen, es un arquero más de calle, menos de `fábrica´. Un portero de charco y potrero. Con una velocidad de piernas fuera de serie. En el mano a mano le reduce el arco al delantero como si este tuviera que dispararle a un cajón. Ha tenido algunos fallos este año, y por eso, algunos dicen que no está hecho para atajar en el Madrid.
Pero Keylor en el clásico fue un fenómeno. Dejó al Madrid con vida hasta el minuto 92. Le evitó a su gente que pasara el mal rato de ver a Piqué pavonearse en el Bernabeu por marcar un doblete. Es otro arquero sensacional. El clásico le valió, también, ganarse el corazón de algunos de sus críticos.
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Foto: as.com