La opinión de los columnistas no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
Semana a semana –y así hasta que se cierre la lista– será inevitable no hablar y especular sobre las fichas que entran o salen del rompecabezas mundialista de Pékerman. El fin de semana que pasó Jeison Murillo volvió a brillar con el Valencia y reabrió el debate de los centrales; Duvan Zapata hizo un gol de museo y le puso picante al debate de los delanteros; ayer la ‘Roca’ Sánchez —que va 5 partidos en línea como titular y fue la figura del Espanyol que después de 22 partidos le volvió a ganar al Real Madrid en casa— nos hizo respirar profundo y preguntarnos, una vez más, quién lo va acompañar en Rusia.
Hace un par de semanas, pensando en la última pregunta, pedí en este espacio no olvidarnos de Sebastián Perez con el argumento de que entre las opciones que se barajan no hay un volante box-to-box como el paisa; para esta vez, corrigiendo la afirmación —o acaso abriendo el abanico—, creo que es pertinente sacar del polvoriento baúl del olvido a Fredy Guarín.
Para hablar de Fredy lo primero que hay que dejar claro es que en la Selección su apellido se escribe en mayúsculas y se dice con respeto. Además de hacer el curso completo en las selecciones inferiores – fue a un Mundial Sub-17 y a dos Mundiales Sub-20–, muy pocos jugadores disponibles pueden decir que tienen en la espalda más de 50 partidos con la absoluta.
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Guarín sabe de las bondades y las miserias que conlleva jugar con el nervio de un país y tiene a su favor que desde hace rato las piernas no le tiemblan. Ni Mateus, ni Cuéllar, ni Barrios dan, como él, la sensación de no doblarse ante las circunstancias. Fredy encaja perfectamente en el grupo de zorros viejos –el de Zapata, Aguilar, Falcao– que José Nestor quiere entre los suyos en el país de Putin.
¿Algún volante con este misil?
El siguiente factor para analizar las posibilidades de Fredy, inevitablemente, es su presente en el fútbol chino. Desde enero de 2016 decidió no volver a pensar en el dinero y pasa sus domingos buscando hacer paredes improbables con Xiaoming Li, Yun Wang y Shouting Wang. Desde entonces a José se le olvidó su número (la última vez que lo llamó fue el 17 de noviembre del 2015 para la derrota en casa contra Argentina que vio desde el banco).
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Quienes lo descartan argumentan con dureza que en el contrato que firmó con el Shangai Shenua se incluyó también su renuncia al fútbol de élite y, por ende, a su aspiración a Rusia. “Plata por gloria”, dicen para retratar su decisión y continúan su argumento caricaturizando el nivel de la liga más rica de todas que, entienden, no puede servirle de previa mundialista a ningún jugador serio. Poco les importa su regularidad y los 11 goles que ha hecho en la temporada, poco les importa si sale campeón o si la cuelga del ángulo: todo lo que huela a China les huele mal. Y punto.
Se olvidan de que Paulinho y Renato Augusto la rompieron en las eliminatorias viajando desde Oriente hasta Sudamérica, pues Tite no se vino con cuentos y entendió que a un jugador maduro, si juega con regularidad y mantiene el hambre y el tempo, se le debe llamar juegue donde juegue. Con 31 años y más de 200 partidos en la élite de Europa, es claro que Fredy entiende los misterios de este juego… algo que no se olvida por jugar domingo a domingo contra anónimos jugadores chinos (por algo Sampaoli le pidió a Mascherano irse a China para poder ir al Mundial).
Por último, hablando del juego, es bien sabido por todos que Guarín ofrece un despliegue ofensivo que su competencia no tiene. Ninguno cuenta con su media distancia y solo Pérez iguala su instinto para buscar el área. Es fuerte por arriba y nos compra talla, aplicado tácticamente y está en un estado de forma bestial (a China también han llevado preparadores físicos top y la mejor tecnología). Además, si no se lesiona, de aquí al Mundial jugará cuanto pida en el Shenua. Junto a Gio Moreno es el que más duro habla.
Así que descartar a Fredy, sin siquiera probarlo en los amistosos, es un malísimo cuento chino.
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El Espectador