El Junior es una aplanadora en Barranquilla, pero aunque ganó 3-1 en la primera media hora Cerro dejó entrever algunos de sus defectos.
Hay que reconocerle algo Cerro
Goles son amores y no hay gol bonito que no haga olvidar las penas. La definición a lo Thierry Henry de Luis Díaz hizo que estallara el Metropolitano; y de repente, todos nos olvidamos que hasta ese momento Junior había hecho un primer tiempo pálido.
En lo que va de este semestre, pocas veces vimos al Junior tan embaldado en el ‘Metro’ como en la primera media hora contra Cerro. Antes del gol, los paraguayos habían logrado evitar el fútbol asociativo del Junior y pudieron haberse adelantado de no ser porque Jorge Rojas desperdició un cabezazo clarísimo contra Viera y porque Rafa Pérez —que es un pedazo de crack— hizo un cierre providencial cuando el mano a mano ya era inminente.
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Álvarez paró un 4-1-4-1 para poblar la mitad e incomodar la salida limpia de Pico y Cantillo. Además, puso un volante escoba por delante de los centrales para impedir que Teo y Chará montaran su fiesta por detrás de la línea de volantes. El plan le funcionó.
Entonces, con una presión media-alta muy agresiva, cosa que muy pocos equipos de la liga local se atreven a hacer en Barranquilla, Cerro Porteño hizo sufrir al Junior. El asedio de los volantes paraguayos desnudó las falencias técnicas de Leo Pico. Cada vez que lo apretaron, el volante perdió la posesión o tuvo que dividir el balón con un pelotazo. Esto, claro, no solo generó riesgo atrás, sino que también resintió el juego asociativo del equipo. En la primera media hora desconocimos al Junior.
Antes del golazo de Díaz vimos a un equipo errático, impreciso y sobre-revolucionado al que le costó mucho ser peligroso.
Después vino la fiesta
El partido se acabó al minuto 50 con la pintura de Teo. La salida de Ovelar, que no estuvo bien en el primer tiempo, le dio entrada a un Jarlan que en los últimos tiempos se ha erguido como un suplente de los que marcan diferencia. Con él en cancha el Junior activó los circuitos interiores; Chará y Teo salieron del letargo; Luis Díaz se unió a la fiesta (ojo al cambio de ritmo de este); y Cantillo tuvo socios para demostrar que en el fútbol colombiano no hay un mejor primer pase.
Cerro se desplomó en el segundo tiempo y fue testigo de la aplanadora que es el Junior en su casa. Sin la agresividad paraguaya del primer tiempo, estos locos hicieron lo que quisieron en campo contrario. Una cosa brutal. A Teo no le caben más adjetivos. Es la verdad, en Barranquilla, es ingobernable, hace lo que quiere, la croqueta del segundo gol se le vio más linda que al mismo Iniesta. Además, cuando se junta con Chará…
Suramérica es a otro precio
Pero que el éxito no los emborrache. Por nómina, por momento y por estadio, el Junior es candidato, sin matices. Que lo sepa, que lo sepan sus jugadores y su entrenador. Que sientan la presión. Ojalá la primera media hora contra Cerro haya sido muestra suficiente de que en Suramérica las cosas son a otro precio. Esta vez fue el inofensivo equipo de Leonel, otro gallo cantaría si hubiera sido el Flamengo de Rueda.
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El Heraldo