Un desordenado Junior no pudo con Boca y quedó herido de muerte en Libertadores… ¿Es hora de pensar en Sudamericana?
El pálido empate de ayer contra Boca fue la cagada y complica la clasificación a octavos, pues para nadie es un secreto que ir a cerrar la fase de grupos en Brasil contra Palmeiras es un escenario de muerte.
Lo de ayer siguió demostrando que el Junior, al margen del rival o la plaza –el Boca de ayer es el peorcito que hemos visto en años–, no encuentra la forma ni los goles. Su cuarto empate consecutivo, el segundo de local, responde a un nivel de juego mediocre.
Al Profe Julio no le rinde y su octavo capítulo en el equipo, al menos hasta ahora, está muy por debajo de lo que fue su última vez en Barranquilla.
Con respecto al partido, en los primeros minutos, vimos mucho aliento, muchas ganas, muchas banderas, mucha gente en la tribuna y un gol que casi no es gol producto de un penal que casi no es penal. ¿Y el fútbol? Poco.
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El Juju fue incapaz de fabricar opciones realmente claras, y no tuvo ni pausa ni creatividad. Volvió a ser ese equipo opaco e inconsistente que fue contra Nacional, Alianza Petrolera y Patriotas. Ni siquiera la entrada de Sebastián Hernández, volante ideal para un partido como el de ayer, sirvió para imponer el tempo y él también termino perdido en el pantano de patadas y desorden de ambos equipos.
Y en defensa –no se vale satanizar solo a Jorge Arias– hay que decir que el Junior fue una coladera y que fue extraño constatar eso de que contra los equipos como Boca tiemblan las piernas. Cada vez que el visitante se acercó (sí, a los empujones), ‘El Metro’ hizo agua. El Junior es un equipo desequilibrado.
Para terminar la función, Teo y Chará, como hace rato, siguieron sin datos y la esperanza de verlos derrumbar en combo a uno de los grandes del continente quedó para después. A Teófilo le pasó factura la ansiedad de hacerle gol a su archienemigo (no me logró explicar por qué no cobró el penal). Y Yimmi, casi siempre lejos del arco, gambeteó, empujó, intento, pero al final nada. Hoy el Cha-Teo parece cuento viejo…
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Dirán algunos que el apretado calendario de la liga local mata las piernas, que el cuerpo se resiente y por eso, como ayer, el equipo no logra aprovechar el calor, pero es imposible esconder que este Junior fue armado para jugar los dos torneos. Esa excusa no vale.
Ahora, aunque matemáticamente no está muerto, parece que lo más realista es apuntar a quedar tercero y clasificarse a la Sudamericana, esa que el año pasado –con el mismo combazo– lo despidió sin gloria y con pena.
Pd: el punto que rescató ayer Boca en el Metro, es otro ejemplo perfecto más para entender de qué se trata ser un equipo copero. Saber sufrir…
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