En el primer partido de la verdad para Millonarios y América, con solidez y propósito, los azules le ganaron categóricamente por 3-0, a un diablo que pagó cara su inconsistencia y pasividad. Gracias a Millos, el América volvió a sentirse en el infierno.
Así se aprovecha el estadio lleno.
La hinchada de Millonarios, otra vez, volvió a jugarse un partidazo en el Campín. Pero a diferencia de muchas veces anteriores, esta vez, el equipo respondió con solidez y propósito. Sin importar la intensa lluvia, Russo plantó un equipo corto, que juega con sentido. Perdió la posesión, sí, pero saca leche de sus herramientas. Sabe a qué jugar. Y entonces, con vértigo e intensidad, pragmático, se hizo grande. Encontró los uno contra uno de sus extremos, aprovecho al ‘Sniper’ Henry Rojas y, rompiendo de atrás, generó muchos problemas con Riascos y con Del Valle.
Esta identidad y sincronización, en tan poco tiempo, es para pararse y aplaudir a Russo.
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Así se debuta.
El fútbol se gana con goles. Punto. La hinchada azul, cansada de apellidos extravagantes que suelen terminar en decepción, siente ilusión con la flamante contratación de Duvier Riascos. Y hoy Duvier, en la noche de la verdad, respondió con creces. Aprovechando las ventajas del América en la mitad, rompiendo de atrás, gambeteando, seguro de sí mismo, puso el primer gol. Después fue todo sacrificio, solidaridad e inteligencia posicional. Los romances, para funcionar, necesitan empezar así, con orgasmos en los primeros meses.
Pd: Aryon del Valle le agradece al niño Jesús un segundo delantero.
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Las dos caras del América.
El Amérca fue, desde el vamos, un equipo roto. Bipolar. Su talento de la mitad para arriba es descrestante. Ángulo, el ‘Cucho’ Hernández, Lucumí y Mena transpiran calidad. Pero el fútbol es más que eso, más que talento y rebeldía. Fue un equipo pasivo, pasado por encima. Millos, en el último cuarto, jugó a placer. Con la cancha mojada, pateó al arco cuando quiso. Le ganó la mitad, los rebotes y le cortó los circuitos. Lo asfixió.
Contra equipos de jerarquía, o el América se hace más compacto, más consistente y depende menos de la genialidad de sus genios, o volverá, como hoy, a arder en el inferno.
Pd: Que por favor, la presión no corrompa la genialidad del ‘Cucho’ Hernández. Es especial. Es diferente. Tiene la frialdad, en el último cuarto, que se reserva para los elegidos. Que juegue, siempre.
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