Nota: la opinión del autor no refleja necesariamente la de Hablaelbalón.
“Teo Gutiérrez icardió a un compañero”, eso decía el titular de un diario argentino, que llamó mucho mi atención a principios de esta semana. “Icardió” hace referencia, desde luego, al caso de Mauro Icardi, quien se aprovechó de la confianza de su amigo Maxi López y se le metió, literalmente, en el rancho. Hasta este año, Icardi había estado vetado de la selección argentina, señalado como traidor por haberle robado la mujer a su amigo. El fútbol es algo de otro planeta: vale todo, hasta robarse un gol y pisarle un tobillo al contrario cuando el referí no está viendo, todo… menos ser desleal, eso se paga con la vida.
Ese titular hacía referencia a un hecho que viene ocupando a la farándula futbolística desde hace algo más de un mes: Teo Gutiérrez estuvo mandándole mensajes y, supuestamente, coqueteándole a Gladys Ortega, la esposa de su compañero Roberto Ovelar. Muy molesto con esta situación, Ovelar acudió a las directivas del equipo; no obstante, encontró poco respaldo en el clan Char, que sintió que no debía entrometerse en la vida privada de sus jugadores. El asunto se zanjó con la salida de Ovelar, quien en un comunicado afirmó que lo hacía por el bien y tranquilidad de su esposa y sus hijas. Hasta aquí, nada raro. Lo que definitivamente no es normal es la reacción de la opinión pública y, peor aún, de la prensa.
En un país como Argentina, este acto de deslealtad probablemente le hubiera costado a Teo su convocatoria al Mundial de Rusia. Aquí, sin embargo, seguimos tomándonos este tipo de cosas como un chiste. Aplaudo –sinceramente– la decisión de las directivas del Junior de no involucrarse en este asunto; es lo que corresponde a nivel institucional, pero realmente me sorprende la falta de empatía y solidaridad con Roberto Ovelar. Me gustaría pensar que no tiene nada que ver con que sea extranjero; sin embargo, hay que admitir que si la situación hubiera sido al revés, seguramente un pandilla de hinchas tiburones ya hubiera amenazado con castrar al uruguayo.
Al parecer Teo, uno de los fichajes más importantes del FPC en los últimos años, tiene carta blanca en Barranquilla. Puede hacer lo que se le dé la gana. A muchos les hace gracia y celebran cada cagada de este niño terrible: “Teo es así”, dicen, “no tiene remedio”. Un periodista tuvo incluso el descaro de salir a defender a Teo, echándole la culpa a Gladys, la esposa de Ovelar. “Los jugadores de fútbol, que viven encerrados”, afirmó el periodista Abel González, “empiezan a ver unas nalgas como las de esa señora, lógicamente que pueden alborotarse, cualquiera se alborota”. Qué desfachatez. Lo verdaderamente preocupante es que en Colombia haya personas como este señor ejerciendo el periodismo y que haya gente oyéndolo y pensando como él.
Para completar el cuadro de lo absurdo, Comesaña tampoco se aguantó las ganas de opinar. El ex-técnico del Junior dijo que “no había pruebas contundentes” de las aproximaciones de Teófilo a Gladys Ortega. ¿Esto es en serio? De aquí a decir que Ovelar se inventó absolutamente todo, hay solamente un paso. ¿No que ya sabíamos que “Teo es así y no tiene remedio”? ¿De verdad estamos dispuestos a meter las manos al fuego por el mismo jugador que ha cosechado más escándalos que títulos en su periplo por Argentina, Portugal y Turquía? Ahí sí prefiero la actitud de las directivas del Junior, que se hicieron los de las gafas y protegieron su inversión en silencio. Consecuentes, comieron callados.
En mi opinión, por un lado, Teo Gutiérrez es uno de los jugadores más inteligentes de la selección Colombia; sin duda, el mejor compañero que puede tener Radamel Falcao en la delantera. Un futbolista que se da solo una vez cada cincuenta años en esta tierra. Pero que por otro lado deja mucho que desear como ser humano. Machista, desleal y revoltoso, amante de los escándalos, buscando siempre sacar provecho de cualquier situación, representa los males más grandes de nuestra sociedad. No, definitivamente no es el tipo de persona que me gustaría que me representara como colombiano.
¿Debe ir al Mundial? ¿Debería seguir vistiendo la camiseta de Colombia? Claro, ni que estuviéramos en Argentina. Aquí lo que haga o deje de hacer Teófilo nos parece un asunto menor. Somos capaces de perdonar todo, de ignorar cualquier cosa, con tal de tener mayores opciones de avanzar en el Mundial. Para ese mal no hay remedio. Pero, por favor, aprendamos de los directivos del Junior, viejos zorros: comamos callados. Dejémonos la moralidad para otro día y miremos hacia otro lado, así de fácil. No saben, de verdad, lo mal que nos vemos tratando de defender lo indefendible. Además de ingenuos, nos mostramos grotescos. Ahora, cuando le pongan el tema, evite decir que “Teo es así”… pues eso no está muy lejos de la exigencia absurda de Comesaña ni del descaro del periodista Abel Gónzalez; mejor hágase el loco, diga que no sabe nada al respecto y para salir del paso comente: “ese Teo sí es muy buen compañero para Falcao, ¿no?”.
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