Recordando a Adriano

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Pudo ser mejor que Ibrahimović y el ‘Gordo’ Ronaldo, pero una llamada acabó con su carrera.

 

Hablar de Adriano es hablar de un genio, de un genio maldito. Enamoró al mundo en el año 2000 cuando debutó en el Flamengo y pronto se ganó su tiquete a Europa, sin escalas, para probar suerte en el Inter de Milán. Tras un par de cesiones cortas, en la temporada 2004/05 explotó definitivamente en el Inter. Los 32 goles en 44 partidos, además de un nivel y una calidad desorbitante, dejaron claro que Adriano ya no era una promesa sino una certeza: un ‘Emperador’ nacido en las favelas de Río.

 

Pronto se hizo imposible no compararlo con el ‘Fenómeno’ Ronaldo o con Ibra, incluso pensar que podía ser mejor que ambos, juntos. En Brasil se ilusionaron con él. Adriano fue el goleador y el mejor jugador de la Copa América de 2004 y la Copa Confederaciones de 2005 (sí, de ambas). Estábamos ante un superdotado. Por primera vez en mucho tiempo una promesa de sus magnitud parecía cumplir las expectativas.

 

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En 2007 había ganado dos Ligas, dos Supercopas y dos Copas de Italia. Seis títulos gordos en apenas tres años. Los éxitos se le caían de los bolsillos. Pero la vida le cambió en un abrir y cerrar de ojos. Una llamada corta, seca, le revolcó el mundo:

 

-Lo siento, Adri. Tu padre ha muerto.

 

Con su padre se fue su mentor y mejor amigo, y también se le escapó el alma por la boca.

 

Zanetti y Córdoba, dos pesos pesados del equipo, notaron que Adriano caminaba, con los ojos cerrados, por la cornisa; se volvieron sus padrinos e hicieron hasta lo imposible por salvarlo, pero nadie puede evitar lo inevitable. Adriano ya se había clavado a su propia cruz.

 

El alcohol y las drogas se volvieron su más frecuente compañía, sus consejeros. Y el balón, su amigo de infancia, quedó relegado al olvido. Su rendimiento bajó drásticamente. Las polémicas por fuera del campo deshuesaron su talento.

 

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“Que le disparó a una mujer”, “que se peleó en una discoteca”, “que manejó borracho”: los goles los cambió por escándalos. Mourinho se cansó y lo devolvió a Brasil. Lo intentó en el Flamengo, en el Corinthians; la Roma le dio una segunda oportunidad en la élite; y en el ocaso, cuando ya era un espectro, el Miami FC quiso resucitarlo en 2016. Pero él ya no tenía las ganas de competir, las había perdido el mismo día que perdió a su padre. El fuego interno estaba extinto.

 

Hoy lleva una doble vida. Vive en la opulencia, viaja en jets privados, celebra en fiestas extravagantes, pero se niega a abandonar su casa en la favela más peligrosa de Río, esa misma de la que quizá nunca debió haberse ido.

 

Su talento por fortuna está inmortalizado en YouTube. Para nosotros, los futboleros, el ‘Emperador’ siempre será eterno.

 

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Foto:

Goal


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