No hay un solo futbolero en el planeta que no respete a Francesco Totti, que no se haya emocionado este fin de semana. Incluso la curva norte del Olímpico, la de los ‘Irreducibili’, bravos seguidores de la Lazio, colgó una pancarta que rezaba: “Los enemigos de toda una vida, saludan a Francesco Totti“. Después de la victoria contra el Genoa, el Olímpico fue un mar de lágrimas de tifosis romanistas. Messi, Marcelo, Iniesta, Buffón, y docenas de futbolistas más, saludaron y mostraron admiración por ‘Il Capitano’. Al parecer, Totti es de los pocos consensos que tiene esta pelota caliente y crispada en la que se ha convertido el fútbol.
La explicación es obvia. Francesco ha logrado convertirse en aquello con lo que todo futbolista sueña. Los aficionados del mundo ven en él la materialización del anhelo de tener al capitán soñado. Fanático del equipo, figura en la cancha y símbolo de la cultural de un equipo y una ciudad. Un jugador que debutó y se retiró con los mismos colores, que fue inmune a los contratos multimillonarios de los grandes. Totti es lo que todos los jugadores predican, pero lo que ninguno es.
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Lo más grande de Francesco es que se retira con el respeto y el amor del mundo del fútbol, a pesar de haber sido un perdedor. Totti sería un blanco fácil para los resultadistas, para los insensibles que miran marcadores y no partidos. En 25 años ganó cinco títulos con la Roma (no contamos el mundial, porque Lippi en el 2006 lo hubiera convocado jugando para la Roma, el Madrid o el Liverpool). Un solo Scudetto, dos Copas de Italia y dos Supercopas de Italia. Siendo estrictos, solo ganó tres títulos de largo aliento. Es decir, un título a cada ocho años y cuatro meses. Un título cada ¡3041 días! Francesco Totti fue un perdedor. Ahí descansa gran parte de su grandeza.
Su leyenda es única porque nos deja a todos en evidencia. Los que los veneran, aquellos que darían todo por tener una historia parecida en el club del que son hinchas, son los mismos que putean al entrenador de su equipo en la cuarta jornada del torneo después de dos empates y una derrota. Totti es un mito de la Roma porque fue arropado por una afición que más que resultados le pidió lealtad y entrega. Para un tifosi de la Roma tuvo mucho más valor haber podido disfrutar de su capitán que las copas que él mismo levantó.
La despedida de Totti nos invita a repensar qué son el éxito y el fracaso en este juego. Cuando en un torneo de 20 o 30 equipos solo gana uno, ¿qué le queda a los demás? Aunque Totti haya perdido casi todo lo que jugó la eternidad es suya. Se la ha ganado. Esa fue su mayor victoria. Una que vale más que las incontables derrotas. Una que le ha costado más de 25 años.
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