Ayer hacia el final de la tarde, burlonamente, me contaron que Hugo Rodallega estaba entre los planes de Santa Fe. Como el delantero queda libre en Turquía, sería el primer fichaje de peso del Pato Camps —además de los jugadores de renombre “preferiblemente extranjeros” con los que ya especula nuestra respetable prensa deportiva— para echarle agua al incendio que va a dejar este semestre maldito.
Más allá de las burlas y de la desconfianza que este tipo de chivas traen consigo, me quedé pensando que, de concretarse, sería una buena nueva para el club, pero, sobre todo, una oportunidad de oro para Hugol. Antes de reírse, lean, que les explico:
Rodallega tiene 33 años. Pensar en él implica sentirse viejo y viajar hasta el 2004, cuando vestido con la hermosa camiseta del Deportes Quindío nos sorprendió a todos. Me acuerdo de ir a verlo al Campín y sentir la misma fascinación que sentí cuando vi por primera vez a Wason Rentería en el Chicó, a Toja en el Rojo, Sebastián Hernández en el Quindío, a Dayro en el Once… Jugadores de otro fútbol, más rápidos, más diestros, más inteligentes y mucho más decisivos que el resto.
Esa idea se reforzó en el Sudamericano sub 20 del 2005 organizado con orgullo en el eje cafetero. Los nombres de arriba, más Guarín, Cristian Zapata, Libis Arenas, Abel Aguilar, Zúñiga, Carlitos Valdez entre otros, conformaron el mejor equipo juvenil de nuestro país en décadas. Esa vez fuimos campeones después de ganarles a todos, menos a Argentina: a la Uruguay de Godín, al Chile de Mati Fernández, a Perú, a Venezuela, ¡le ganamos hasta a Brasil! ¿Y Rodallega? Líder total del equipo, 11 goles de todas las facturas: inspiración y sustento para el ya célebre “soy mejor que Messi, solo que él juega en el Barça”.
Yo sé que al lector, si lo vio jugar, se le esbozó una sonrisa al recordar aquel repaso de fantasía de Hugo. Y sé también que el lector, como pasa con la mayoría de los futboleros colombianos, después de sonreír pasó a pensar que su historia ha sido —otra más— en la que a un comienzo feroz le siguió una decepción profunda.
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A pesar de que Rodallega se ganó el respeto del fútbol mexicano y logró adapatarse al infernal fútbol inglés. A pesar de que jugando para el Wigan hizo un gol-milagro que salvó al equipo de Manchester del descenso, y después aguantó tres temporadas en el Fullham, y que va cinco temporadas haciendo goles en Turquía, la consigna general cuenta que el de las trenzas no le cumplió a su promesa.
A diferencia de Falcao, Abel, Zúñiga, Dayro, Wason, Hernández y Marrugo, todos con menos potencial que él, Hugo pasará al olvido con facilidad y su carrera se definirá como la del atrevido chico del Cauca que se condenó al creerse mejor que Messi. No jugó un Mundial, no brilló en ninguna Copa América, y nadie tiene registro de él en torneos internacionales.
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Y es injusto, creo, pues Rodallega es un jugador especial, alegre, con una pegada espectacular y con picardía para entender el juego. Técnicamente es un dotado y, además de goleador, es generoso y amigo de la gambeta. Merece un mejor porvenir, un recuerdo más amable.
Venir a Santa Fe, sacar al rojo del lodo, deslumbrar de nuevo al FPC con su alegría y su elegancia, sería un buen punto final. Un lindo hasta luego.