El Niño que revolucionó la Bundesliga

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Julian Nagelsmann es el entrenador de moda en Alemania. Con 30 años es el entrenador más joven de la Bundesliga y ver a su Hoffenheim es una completa Delikatessen. Hoy debutó en Champions. Conozca los secretos detrás de este niño prodigio. 

 

Como muchos, Julian alguna vez también quiso ser futbolista. Y como a muchos otros, a Julian, una lesión de rodilla le dinamitó el sueño. Jugaba en el segundo equipo del FC Augsburg y cuando el médico le dijo que ya no iba más, juró olvidarse del fútbol. Pero no pudo. Su contrato seguía vigente y su entrenador –un tal Thomas Tuchel– pensó que si no podía jugar, lo mejor sería que ayudara al cuerpo técnico analizando a los rivales. Tenía 20 años y ahí comenzó todo.

 

Después de que Tuchel lo iniciara en la profesión, Nagelsmann entrenó al equipo Sub-17 del 1860 Múnich y en 2012 llegó a las divisiones inferiores del Hoffenheim, un equipo chico que en 2008 había logrado el ascenso a primera división. Allí, su trabajo con el equipo Sub-17 no pasó inadvertido y, a sus 25 años, el entrenador Markus Gisdol lo invitó a ser su segundo en el primer equipo. Para entonces, sus avanzados conocimientos tácticos fueron más que suficientes para ganarse el respeto de jugadores que lo superaban en edad. Ese año, el veterano arquero Tim Wiese, jocosamente, lo bautizó ‘Baby-Mourinho’.

 

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Pero Julian no quería ser segundo de nadie. No estaba para eso. Entonces volvió al fútbol amateur. En 2013 cogió al Juvenil-A (Sub-19) y ese mismo año lo sacó campeón. Al año siguiente, sub-campeón. En dos años se convirtió en la sensación del fútbol juvenil. Tanto que el Bayern Múnich lo quiso para dirigir su equipo Sub-23, pero ni siquiera las palabras de Pep Guardiola, ídolo del joven Julian, fueron suficientes para convencerlo. Herr Nagelsmann se quedó en Hoffenheim, como vaticinando que algo grande pasaría.

 

Y pasó. Ocho años después de dejar el fútbol, cuando en octubre de 2015 le comunicaron que el próximo año se convertiría en el entrenador del primer equipo, no le temblaron las piernas. Su ascenso fue tan rápido que ni siquiera el miedo tuvo tiempo de montarse al bus. En 2008 era un ex-futbolista frustrado, hoy, con treinta años, es el entrenador más joven de la historia de la Bundesliga.

 

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Julian no hace ningún esfuerzo por ocultar su edad. Foto: Squawka

 

“Julian es un hombre joven, pero no un entrenador joven”, con esas palabras se defendió Alexander Rosen, el director deportivo del Hoffenheim, cuando los medios alemanes –sensacionalistas y no– se refirieron a la decisión de subir a Nagelsmann como a una estrategia mediática para mojar prensa. Hoy ya nadie dice nada.

 

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Además, el fútbol y el tiempo pusieron a los escépticos en su lugar. Estaba previsto que Nagelsmann asumiera el cargo en verano de 2016, pero la dimisión sorpresiva de Huub Stevens adelantó todo. El veterano Stevens había llegado para intentar salvar al equipo del inminente camino al descenso, pero en febrero de 2016 se tuvo que bajar del barco por problemas cardíacos. El estrés lo iba a matar. Y entonces, cuando preguntaron por su reemplazo todos voltearon la cabeza y miraron al niño. A sus 28 años debía ser el encargado de salvar al Hoffenheim. Él tragó saliva y asintió con la cabeza. Después salió corriendo a tramitar un permiso especial para que lo dejaran entrenar en primera sin haberse recibido aún como entrenador profesional.

 

Cuando cogió el timón del Hoffenheim el equipo había ganado dos de los últimos 20 partidos, estaba en puestos rojos y a siete puntos de la salvación. El descenso era una realidad. Pero no. El aire fresco de este niño lo revolucionó todo. De los últimos 14 partidos ganó siete y mantuvo la categoría.

 

Julian es un hombre joven, pero no un entrenador joven

Alexander Rosen

 

Hoy, en su tercera temporada al mando, el Hoffenheim jugará la Champions y se ha afianzado como un equipo indeseable de enfrentar. De repente, este precoz entrenador dejó de ser una apuesta arriesgada y se convirtió en un acierto. Pero él, a pesar de que reconoce que su caso es especial, mantiene los pies firmes sobre la tierra. “No soy ningún niño prodigio, trabajé duro y he aprendido mucho para hacer lo que hago”, responde cada vez que alguien lo elogia.

 

Aunque afirma que no tuvo un mentor, ve en Pep Guardiola y Thomas Tuchel a dos grandes referentes. También reconoce en Ralf Ragnick, actual entrenador del sorprendente Leipzig, una fuerte influencia. Y si bien su modelo de juego tiene pilares bien definidos como la presión alta pera recuperar el balón cerca del arco rival, él se reconoce a sí mismo como un panadero: “mezclo muchas cosas, las meto al horno y miro a qué me saben”. De hecho, el Hoffenheim, un equipo chico, tradicionalmente contragolpeador, a las ordenes de Julian se ha hecho un equipo valiente que busca hacerse dueño del balón. “Hay que tener soluciones con y sin balón”, explica Nagelsmann.

 

Así juega el Hoffenheim de Julian:

 

 

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Es un obseso de la táctica, la ama, pero es un completo descreído de los números telefónicos. Para él, describir a un equipo en términos numéricos es una simplificación alejada de la realidad. Además, Julian no se casa con un solo sistema. Cree que cada rival exige un planteamiento distinto y es por eso que pasa horas en su oficina, pegado a su Mac, analizando rivales y comiendo Huevitos Kinder, su única adicción.

 

Cuando le preguntan por su secreto habla de un equilibrio entre conocimientos tácticos y liderazgo: “Si eres un completo experto del juego, pero socialmente un idiota (Sozialidiot), entonces los éxitos serán pocos y no por mucho tiempo”. También cree que por su edad y por haber crecido en un contexto similar al de los jugadores se le facilita conectar con ellos.

 

La figura de Julian Nagelsmann, sin duda, pone en tela de juicio las estructuras jerárquicas que por tanto tiempo han imperado en el fútbol. “La edad finalmente no es un factor bueno o malo, simplemente es un factor”, responde el joven entrenador cuando se le cuestiona su falta de experiencia. Es un niño, sí, uno con personalidad y mucho talento. A sus treinta años años ya salvó a un equipo del descenso y va a dirigir en Champions.

 

En Hoffenheim tiene contrato hasta 2019. Nadie sabe qué viene después (o antes),  pero Dietmar Hopp, el generoso billonario que preside el club, la tiene muy clara: “Julian es tan bueno que será muy difícil que se quede”.

 

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Foto:

Bild.de


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