Neymar y un entrenador de la hostia

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Si existiera una biblioteca universal del fútbol, el partido de ayer tendría que estar para siempre en un lugar reservado para los tomos más especiales. Porque la historia de un partido del que todavía no nos reponemos debe ser recordada con el sello propio de dos grandes nombres: Neymar y Luis Enrique.

 

La noche en la que el Barcelona burló la historia tiene que servir para encumbrar a un jugador extraordinario que ya no cabe en su propio pellejo y a un entrenador maravilloso que es mucho menos valorado de lo que merece.

 

Vamos con el primero: pocas horas después del 4-0 en Paris, Neymar subió a su instagram una foto suya con una frase que rezaba: “Mientras haya 1% de chance, habrá 99% de fe“. Su apoteósico partido de ayer es una prueba demoledora de que no eran palabras vacías. No era pan para el pueblo. ‘Ney’ fue al alma y el líder de un equipo que hizo lo imposible sin apelar a sus armas. Porque ayer, la banda de artistas cambió el pincel por el martillo. Fue una versión inédita del Barcelona la que hizo posible remontar dos veces en un partido. Neymar fue el director de orquesta. Lo hizo todo.

 

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Lo vimos corretear a Munier hasta el banderín de tiro de esquina. No jugó de delantero. Ayer fue lateral-volante-extremo. Lo vimos surfear de afuera hacía adentro con una conducción imparable. Lo vimos rozar un gol imposible de 35 metros. Sin Jordi Alba a sus espaldas, lo vimos incendiando, él solo, la raya. Lo vimos hundido en el gol de Cavani y después, errático e impotente, lo vimos pegar sin balón. Pudo ser expulsado. Cuando faltaban diez, lo vimos creyendo todavía, solo, sin el Camp Nou y sin Messi. Corriendo todas, ya sin posición, omnipresente. Gambeteando al reloj, lo vimos en tres minutos un tiro libre a la escudara y después, atónitos, lo vimos pedirle el penal a Messi, como si fuera inmune a la presión. Y lo vimos quedar de último hombre, con la última bola, a la suerte de un centro desesperado. Pero no, solo un genio gambetea en el 95′ para centrar con la pierna menos hábil. Lo vimos hacer todo. Vimos la mejor noche de su carrera.

 

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El otro hombre de la remontada fue Luis Enrique. Este entrenador enemistado desde el día cero contra una prensa mayoritariamente rancia y mezquina, que prefiere preguntarle por intrigas de color rosa, antes que por el desarrollo de los partidos, los puso a todos en su sitio. Luis Enrique, junto a Cruyff y Guardiola, debe pertenecer al podio de entrenadores de este club.

 

La vuelta de tuerca táctica que le dio al equipo es espectacular y fue parte clave de la remontada. La tragedia de Paris fue la última prueba de la incapacidad del Barca para salir jugando y burlar la presión del rival. PSG, Atlético de Madrid, Real Sociedad, todos lo demostraron. La sala de maquinas -Iniesta, Busquets, Rakitic- estaba fundida. Los laterales no eran factor sorpresa y el Barca, más que nunca, estaba reducido a los tres de arriba.

 

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Foto: taringa.net En los momentos difíciles, con su decisiones, Luis Enrique desde que llegó ha sabido aportarle soluciones tácticas al equipo.

 

Desde hace tres partidos, Luis Enrique introdujo varios cambios y tocó las notas precisas. Mandó a las Ramblas el 4-3-3. Ahora, sin balón el equipo defiende en 4-4-2 y con balón pasa a una línea de tres atrás, quitó a los laterales y son Neymar y Rafihna los que dan apertura. Busquets, junto a Rakitic, repartiéndose tareas, Iniesta descolgado entre estos y Messi totalmente libre por detrás de Suárez.

 

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Y ayer, en el día de la verdad, Luis Enrique acertó en todo. Puso tres defensores rápidos para cortar las contras. Rafinha dio apertura, perdió pocos balones y en la recuperación estuvo sensacional. Logró convencer a Neymar de adoptar un rol más sacrificado en defensa. Messi e Iniesta por dentro participaron poco, pero concentraron varios rivales para liberar por fuera. El equipo desde hace dos semanas ha levantado mucho el nivel. La remontada no solo fue épica. Desde el banquillo hubo reacción, respuestas y capacidad.

 

Umtiti, Busquets, Piqué y Rakitic jugaron un partido enorme. El aporte de varias piezas en una noche en la que Messi no brilló fue fundamental. Pero nos quedamos con estos dos nombres. Del uno se dice que está sobrevalorado y del otro, que con Messi todo es sencillo. Las canas y el semblante amargado de Luis Enrique son una prueba inequívoca del desgaste de su tarea. De que todo se lo toma muy en serio. Por eso tiene poco tiempo para las risas.

 

Y a ‘Ney’ hay que disfrutarlo. Valorarlo en su justa medida. Lo de ayer está al alcance de muy pocos.

 

Por último, que bien por la salud del fútbol. Por partidos así renovamos permanentemente la certeza de que este juego todo lo puede. Porque nos pasa por encima casi siempre. El fútbol nos volvió a dejar a todos con cara de tontos. El fútbol, amigos, no cree en nadie.

 

Foto: cadena3.com


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