No es casualidad que la pelota sea redonda. El fútbol, como la vida, es cíclico. Por eso hoy, casi un año después, volvemos a enfrentar la peor incertidumbre que la selección puede tener: contar o no contar con James. En octubre de 2016, antes de viajar a Asunción James se lesionó el sóleo en un calentamiento con el Madrid. Y entonces, el mundo se nos derrumbó. Y entonces, todos prendimos las alarmas. Y entonces, Pékerman, implacable, lo mandó a traer. Fue un cueste lo que cueste: lesionado o no, el mejor de los nuestros tenía que estar.
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Esa vez, aunque ganamos en Paraguay, el empate de local contra Uruguay nos dejó un sabor amargo. Nos faltó fútbol para derretir a los yoruguas, nos faltó fluidez, nos faltó James. A la amargura del empate y del bajo performance del equipo se le sumó el vacío, la extrañeza y la crítica por el viaje trasatlántico del crack que no jugó ni un segundo. El magnetismo del 10 es tal, que verlo estar y no jugar, incluso cuando una lesión está de por medio, molesta. “¿Para qué carajos lo llamaron? ¿Para qué la falsa ilusión?”, fue el reclamo de muchos.
Eso se entiende porque incluso en sus horas bajas James ha sido un punto alto de la selección. Siempre que se viste de amarillo juega con el hambre del juvenil desconocido que alguna vez fue y responde con la jerarquía del pez gordo que ahora es. Con él en cancha nos agrandamos, nos sentimos más seguros. Es normal que se prendan las alarmas y se sienta el caos. James es a Colombia lo que Lucho Suárez a Uruguay, lo que Messi a Argentina, lo que Vidal a Chile. ¿A quién no le duele?
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Lo que no es normal es que movidos por la ansiedad y la presión del momento, otra vez, volvamos a caer en la falsa ilusión y no aceptemos la vida como es: si James no está bien, que no venga. Cardona, Chará, Teo y Gio Moreno son alternativas que cualquier selección quisiera tener. Hace rato dejamos de ser un equipo tercermundista que depende de un solo hombre. Pensemos a futuro. Si se lesiona por arriesgar, su nuevo reto en el Bayern puede ponerse mal. Ancelotti lo quiere de verdad, pero le va a exigir el nivel que le vio en su primera temporada en Madrid. Ese mismo que luego se vino al piso por las lesiones. Si esto vuelve a ocurrir perdemos todos. Para la selección sería terrible que James volviera a quedarse en el banquillo toda una temporada a causa de una mala decisión.
Está en manos de los mejores médicos del mundo. Los mismos que lograron que Robben pudiera jugar más de tres partidos seguidos sin romperse. En temas de lesiones musculares ya todo esta dicho y son infinitos los casos de jugadores que se precipitan y recaen. Si no lo dejan venir por algo será. Aceptémoslo y dejémoslo tranquilo. Contra Venezuela solo vale ganar. Hay que evitar cualquier obstáculo. Entre esos, la gran incertidumbre por el tema James.
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