Así jugó James en el mejor partido del 2018

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Estas son las tres claves del mejor partido que nos ha regalado el 2018. 

 

El partido de James 

El gol de James puede maquillarlo todo y en Colombia serán muchos los que hablen de un partido fenomenal del 11… Bueno, no fue tal. En el primer tiempo, con un Thiago Alcántara brillante, tiempista, prolijo y activo, y un Tolisso punzante e intuitivo, la verdad es que el colombiano fue el peor de los volantes. Empezó bien, con el deseo y el brío que todos anticipamos para su vuelta al Bernabéu. Pero después fue cayendo, se hizo impreciso e incluso pareció como si el fantasma del Real Madrid –y Zidane y todas las intrigas de las que habla la prensa–  le  hubiera calado y quitado lucidez… Se fue al entretiempo ensombrecido por la imprecisión (dolorosa en los tiros libres). 

 

De vuelta, en la segunda mitad, aunque no nos regaló su versión más brillante, sí se sacudió y fue un foco de energía y empuje para los suyos. Pisó más el área, no perdió balones, ganó en recuperación y puso el 2-2 que le dio vida y color al juego (fue un lindo gesto no celebrarlo). Después de eso fue pura entrega y pasión –casi hace el 3-2 que hubiera emborrachado a toda Colombia–, hasta salir fulminado, aplaudido por todos, faltando 6 minutos para el final.

 

Hoy el gran genio fue Alcántara, que jugó de James (y como James) en el primer partido y lo hizo todo bien… sin embargo, a 50 días del Mundial, estamos ante la mejor versión de nuestro 10. ¡Salud! 

 

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Una obra de teatro

Bayern y Madrid nos regalaron el partido de la temporada. Más allá de los errores individuales de Rafinha, Tolisso y Ulreich, que acabaron con el sueño de James, partidos como este explican por qué estos locos se ganan lo que se ganan. La puesta en escena fue brillante. Un monumento a la perfección técnica.

 

Lo del primer tiempo fue genial. El Bayern salió con toda y se puso arriba con un gol tempranero de Kimmich. Pero a pesar de haber hecho la tarea, en vez de calcular, siguió proponiendo. El Madrid, que vive feliz en la adversidad, le contestó con fútbol. Aunque en menor medida, y con predilección a la contra, los de blanco también tejieron jugadas espectaculares. A su manera, ambos pagaron la boleta, ambos fueron justos con el espectador.

 

Fue un partido lleno de opciones, con acción en ambas áreas, sobre todo en la de Keylor, que por las atajadas milagrosas que hizo en el segundo tiempo fue la gran figura del partido. Un animal.

 

Antes que nada, gracias. Nos hicieron felices.

 

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Dos partidos calcados

 

Honestamente, no pasó el que más lo mereció. El Bayern fue mejor en ambos partidos, pero por circunstancias puntuales el Madrid terminó pasando. Igual que en la ida, en el Bernabéu, el Bayern abrió la lata tempranito y se regaló soñar. Igual que en la ida, el Madrid, sin brillar, le empató el partido en una jugada aislada y le hizo saber que en su caso la historia pesa. Y pesa mucho. Otra vez le dejó claro que no hay en el mundo un equipo que compita más y mejor.

 

Al final, como en Alemania, los de Zidane terminaron contra las cuerdas, buscando aprovechar los espacios, con sus centrales –¡por siempre Sergio Ramos!– apagando incendios y con un Keylor Navas en versión Black Panther. Es rescatable la entrega e inteligencia de Lucas Vásquez para hacer de Carvajal. Y la tozudez de Benzema para volver a escribir su nombre en una de las noches grandes. Y la inteligencia superior de Modric para aprovechar cada mínimo espacio y error. Están hay porque son buenos. Muy buenos. Los mejores.

 

Y pasa también, y al mismo tiempo,  que el fútbol es una actividad caótica a la que le tienen sin cuidado los sentimentalismos y los merecimientos. Y en la que se vale, claro que se vale, aunque sea triste, aunque dé rabia, terminar pidiendo tiempo vestido de blanco y en el Bernabéu. El Madrid, otra vez, será el campeón.

 

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Foto:

Pbs.com


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