NOTA: La opinión de sus columnistas no refleja necesariamente la opinión de Hablaelbalón.
No soy hincha del Junior, pero debo decir que el Proyecto Chateo me ilusionó. Por temas profesionales tuve que seguirlo y como aficionado lo disfruté. En una liga que puede ser tan pálida como la nuestra, realmente fue gratificante haber visto, semana a semana, una propuesta constante de buen fútbol. En este proceso, bueno, me terminé encariñando con Comesaña.
Me conmovía pensar que ya viejo y desesperanzado, en el ocaso de su carrera, el fútbol lo podía premiar. Desde esta tribuna, a nombre propio y a nombre de Hablaelbalón, lo elogié, valoré su experiencia y lo puse por encima de sus jugadores, incluso de Teo y de Chará.
Tras la derrota contra Flamengo y luego de la eliminación con el América, aunque hubo muchas cosas de su dirección técnica que me parecieron reprochables y erradas, no considero que se le deba señalar como el único responsable. A lo largo del semestre, Comesaña fue incapaz de darle vuelta a la dramática situación del juego aéreo defensivo; tomó malas decisiones en el Marcaná contra el Flamengo; y planteó mal la vuelta en el Metropolitano. Contra el América se confió y demoró los cambios. Todo eso puede ser verdad. Pero no fue él quien pateó mal los penales, ni fue él el que se comió los incontables mano a manos, tampoco fue él el que salió mal en el tiro libre de Lizarazo. Así es el fútbol, influyen demasiados factores.
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Hasta ahí, todo bien. Pero en la rueda de prensa honestamente me decepcionó su falta de gallardía. Se podía perder. Listo, ¿qué se le hace? Lo que no se podía hacer era salir, sin vergüenza alguna, a decir que era mentira eso de “que a Comesaña le armaron un equipo nunca antes visto”. Creyendo que se estaba justificando, con un tono lastimero, Julio explicó que a él no le habían armado un equipo, sino que él lo había armado. Ni más faltaba, ¿entonces para que está el entrenador, si no es para armar el equipo? Los directivos confeccionan plantillas y los entrenadores arman equipos.
Cuando parecía suficiente, y la cosa todavía no era tan ridícula, Julio siguió, con voz aún más lastimera: “fueron llegando jugadores graneados, muchos de ellos que no jugaban en sus equipos… y entonces ahora están diciendo que trajeron jugadores del Barcelona y del Real Madrid”. No, Julio, no trajeron jugadores del Real Madrid, pero sí trajeron —y no graneados sino en patota— jugadores excepcionales que están muy por encima del nivel de nuestro fútbol.
Que la calidad individual de los jugadores no es garantía de títulos grandes quedó más que demostrado, pero no se puede ser tan sinvergüenza. Difícilmente se arma una plantilla de la calidad de la Junior juntando a los mejores 23 jugadores entre los cuatro semifinalistas de la Liga Águila. Una cosa es que él potenció a jugadores decaídos que ya estaban en plantilla –un ejemplo claro es el caso de los laterales Gutiérrez y Murillo–. Otra cosa es poner en duda la calidad y la jerarquía de nombres como el de Jorge Arias, Víctor Cantillo, Marlon Piedrahita, Rafael Pérez, Yimmi Chará y Teo Gutiérrez. Las quejas se las valemos al ‘Polilla’, incluso a Russo, de ninguna manera a Comesaña.
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Hábil y canchero, como el que lleva lo que él lleva en lo banquillos, desvió siempre el tema. Nunca se refirió a las cosas que se le reprochan; de los dos triunfos en los últimos diez partidos no quiso hablar; del cansancio de los jugadores dijo que no creía que ese fuera el problema; zanjó el tema reduciendo todo a que “el fútbol se gana y se pierde en las áreas”; y cerró diciendo que se llevó sensaciones buenas. Punto. Quedó faltando una reflexión, una auto-crítica.
En esa misma rueda prensa dijo que no le importaba hablar de fracaso, que después de 35 años en los banquillos (y solo dos títulos, uno de ellos la Copa Colombia de este año) ya estaba acostumbrado a él. Todos los entrenadores pueden perder; ganar nunca es (no puede ser) una obligación, dar la cara cuando las cosas no salen, en cambio, sí.
Comesaña fue tibio. En este proceso acertó y se equivocó, pero a la hora de dar la cara hizo como si la cosa fuera con otro.
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Caracol Radio