El próximo 17 de Diciembre se cumplirán cinco años desde que el América de Cali descendió. Sesenta meses con los Diablos Rojos en el infierno. Mil ochocientos veinticinco días con el equipo del ‘Tigre’ Castillo, del ‘Tigre’ Gareca, del ‘Médico’ Ochoa, de Fredy Rincón, de Willington Ortiz, de Julio Cesar Falcioni en la B del fútbol colombiano. Es innegable: cada día que pasa el fútbol de la primera división lo reclama a gritos. Lo que en un principio fue un alivio para los grandes rivales del América, es hoy un vacío, un agujero negro, un fantasma. No nos digamos mentiras: al América de Cali lo extrañamos todos. El fútbol de primera es su casa y las vacaciones han sido ya demasiado largas; ha llegado la hora de cortar la maldición.
Así que se entiende la ansiedad del hincha americano. Se entiende la rabia. Se entiende, incluso, el putazo en el estadio. La camisa del América es demasiado grande como para pasearse por la B durante media década, suena a despropósito, a burla histórica. Lo que no se entiende, lo que de ninguna forma se puede justificar, lo que envilece y empobrece y le quita sentido a la historia es que jugadores y cuerpo técnico se tengan que entrenar protegidos por un sistema de seguridad que el club ha tenido que contratar las 24 horas del día.
¿Creerán los violentos, los delincuentes disfrazados de hinchas, que hacerle pensar a un jugador que su vida está en riesgo lo hará jugar mejor? No recuerdan acaso que ni la esquizofrenia colectiva de los hinchas de River lo salvaron del descenso. De qué manera hacerles entender que la angustia, la presión por ascender, los putazos, se posan en el estómago de los jugadores como en nadie más. Que son ellos los que más sufren, los que menos duermen, los que más quieren ganar. Basta ya de delincuencia en el fútbol. Basta ya de matones disfrazados. Basta ya de familias angustiadas por la vida de jugadores y cuerpo técnico.
Hernán Torres es el séptimo técnico que el club ha contratado para rescatarlo del descenso. Es verdad que la B ha sido un verdadero infierno. Es verdad que muchas decisiones gerenciales han dejado mucho que desear. Que ha habido jugadores que no han estado a la altura y no han entendido la responsabilidad de jugar para el América. Pero Torres, con altibajos, ha sabido calentarse en el infierno de la B y hoy está vivo para pelear por el ascenso. Perdió el primer round contra el Quindío pero ayer le ganó 2-0 a Popayán en la revancha. Nos gustaría que el América logre su cometido…Basta ya del América en La B. ¡Basta ya de la violencia y las amenazas en el fútbol!