Millonarios ha ganado solo dos títulos (de peso) en los últimos 20 años. Sin embargo, el que diga que no ha estado cerca de ser un equipo ganador miente. Tuvo dos subcampeonatos: 94 y 95/96. Los perdió contra Nacional y contra Deportivo Cali de la forma más frustrante: por un punto invisible. En 2003, cuando tenía un pie en otra final, Milton Rodríguez los dejó por fuera con un gol que le dio la clasificación al Cali en el Campín. Así también, después del milagro en Sao Pablo, se quedó afuera de la final de la Sudamericana 2007 cuando perdió contra el América de México. En el 2011 se quedó fuera de dos finales. Por un lado, el Junior les volteó el marcador para sacarlos por penales (luego los volvió a sacar, con gol de último minuto en el 2016). Y por el otro, después de empatar en Argentina, en el Campín no pudo ganarle a Tigre que pasó a la final de la Suramericana gracias al gol de visitante. Dos títulos ganados contra dos finales y cinco semifinales. Resumen: Millonarios es experto en quemar panes en la puerta del horno.
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Ayer fue otra derrota, otra desgracia, sí, pero esta vez no hay nada que reprochar. No puede hablarse mal de Millonarios. Jugó a la par de Nacional. Supo poner a sudar al mejor equipo de América. En Bogotá hubo un empate que fácilmente pudo inclinarse para Millonarios y cuando todos decían “en Medellín se los comen”, Russo decía “son 180 minutos, nosotros vamos a salir jugar allá”. Así fue. Hoy se ve un Millonarios que sabe a qué juega y que juega donde sea. Hay amor propio, los jugadores lo sienten y por fin vemos en las calles a los hinchas azules sacando pecho por el presente y no por el pasado. Esto, para cualquiera, es verso. Pero hay que recordar que Cocca dejó el equipo botado como a un trapo y que a Israel lo sacaron a putazos del estadio. Russo llegó y con su mentalidad ganadora espabiló al grupo. Hoy, nuevamente, a los jugadores de Millonarios les duele perder.
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Por eso es clave que el club lo retenga. Hace años que Millonarios juega como un equipo de media tabla, pero sus hinchas exigen resultados de élite. Los años sin triunfos de un equipo con un pasado lleno de copas han configurado una hinchada exigente e impaciente. El argentino lo sabe y sobre eso ha trabajado: ha recuperado la jerarquía. Técnicos que sepan parar un equipo hay varios, técnicos que además sepan manejar un grupo humano hay menos, y técnicos que además sepan lidiar con hinchadas (tan difíciles como la de Millonarios) hay muy pocos.
Todo indica que Russo se quiere quedar. Esta vez Millonarios no se puede permitir su vicio de “no llegar a acuerdos”. Esta vez tiene que meterse la mano al bolsillo y obsesionarse con retenerlo, ayudarlo, mover mar y cielo para traerle lo que pida. De quedarse, si el fútbol permite alguna lógica, el próximo semestre promete un equipo aún más sólido, más arrojado, más categórico.
Pero de irse —¡ay de irse!— será un nuevo volver a empezar. Otra vez la misma historia. Si Russo se va… no hay nada. Solo pan quemado.
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Foto: FutbolRed