Todos hablan de Johan Mojica y como nosotros trabajamos para ustedes, cortico y al pie, le contamos su historia.
Es normal que al leer en tantos titulares el nombre de Johan Mojica usted se sienta algo perdido y confundido: el lateral/volante es otro ejemplo más de un jugador arrancado precozmente de la tierrita. Debutó en Academia, jugó en Llaneros, pasó al Cali, nueve partidos en primera división y, sin vaselina, migró a España.
Al país que nos robó el oro y ahora nos roba jugadores llegó por pedido del Rayo Vallecano, a préstamo y con opción de compra, en el 2013. En su primera temporada estuvo a las órdenes del buen Paco Jémez. Jugó poco y perdió más veces de las que ganó o empató, pero supo qué es jugar contra Messi y conoció desde adentro la experiencia mitológica y barrial de jugar en Vallecas. “Por más clubes a los que vaya nunca lo voy a olvidar”, dice.
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Del Rayo, en aparente retroceso, pasó al Valladolid de Segunda División. El principio, con 120 minutos en sus primeros 6 partidos –blanqueado en tres – volvió a ser arrecho e incierto. De a poco, después de un buen partido contra el Numancia, se fue haciendo titular. Como por momentos en Vallecas, en Valladolid aplaudieron de pie su gambeta y atípica velocidad por izquierda (como lateral o como volante). Allí también se conoció con el gol. Su rumor de buen fútbol llegó hasta Pékerman, que lo convocó para los amistosos contra Bahréin y Kuwait a comienzos de 2015; hizo un gol y se metió en el radar. También fue convocado, aunque no jugó, para las dos primeras fechas de eliminatorias contra Perú y Uruguay.
Tras dos temporadas en el Valladolid, ya hombre grande y de Selección, volvió al Rayo, que pagó para retenerlo por cuatro años. En Vallecas volvieron a juzgar que al caleño le faltaba algo y, en uno de esos lindos puntos de giro que el fútbol le regala a sus trabajadores, arreglaron su cesión al Girona…
En Catalunya, junto a Bernardo Espinosa, a Johan le tocó en suerte que sus cabalgatas infernales coincidieran en tiempo y espacio con el Girona capaz de ascender luego de 87 años. Por problemas físicos no fue un fijo y solo estuvo en 10 partidos, pero su desequilibrio le bastó para que Pablo Machín le pidiera al club retenerlo para su primera aventura en primera.
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Y ahí está hoy, en sus días más felices, como pieza clave del dignísimo y sorprendente Girona. Con más de cuatro años en Europa y en la sabana fértil de los 25 años, es imposible no considerarlo como alternativa para el Mundial. Es más rápido que Fabra, le compite en desequilibrio y se enfrenta semana a semana contra los mejores del mundo. Además, también puede ser extremo y tira centros en velocidad que ningún otro lateral izquierdo de los nuestros —descontando a Fabra— es capaz de hacer.
Hoy es muy probable que sea titular contra Australia. De ser así, será su partido de la verdad. ¿A ver de qué estás hecho, Johan?
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AS