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Barranquilla. 29 de marzo. Metropolitano. Sexta fecha de la eliminatoria para Rusia. Tres días antes, quemándonos los pulmones, nos habíamos traído tres puntos del infierno de La Paz (con gol de Crackdona en tiempo cumplido). Ahora le teníamos que ganar al jodidísimo Ecuador, que hasta entonces no había perdido contra nadie y era líder solitario. Sí o sí le teníamos que ganar.
En Bolivia, Pékerman había puesto tres volantes de marca, pero de local volvíamos al tradicional 4-2-3-1 con Daniel Torres y Abel en la primera línea. En el calentamiento Aguilar se rompió y entonces, por accidente, a Sebastián Pérez le tocó estar desde el vamos, como contra Bolivia, en su segundo partido oficial con la absoluta. Y esto se pone interesante.
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Porque, como contra Bolivia, contra Ecuador en el Metropolitano, el paisa la volvió a romper y Colombia jugó su mejor partido en la eliminatoria. ¿Por qué? Por varios factores, pero esencialmente porque nuestros creativos –Cardona, Cuadrado y James– tuvieron en el jugador de Boca a un socio feliz. Con Torres como perro de caza, vimos en Pérez al segundo volante que la Selección pide a gritos.
Ni Barrios, ni Mateus Uribe, ni Gustavo Cuéllar, por características, pueden ofrecer lo que ese día Sebastián nos regaló. Suelto, con libertad para saltar líneas, fue el amigo de todos. En el primer gol cocinó la jugada por derecha con Arias que terminó en el golazo de Bacca. Después, empezando el segundo tiempo, rompió en el área y con una patada karateca puso el 2-0. El resto del partido, con la personalidad de un campeón de América –cómo se parece a Gago– se creyó el cuento y puso el sentido y el tempo.
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Ese 29 de marzo lo recuerdo como un día feliz más allá de los tres puntos y de ganarle al líder: fue feliz porque ganamos jugando bien y con volumen en ataque. Fue feliz porque el balón flotó a placer y entonces el calor de Barranquilla jugó a favor y no en contra. Porque a Colombia el balón no le quemó en la primera línea y, viajando juntitos, Sebastián, Cardona, James, dejaron claro que, con el balón al pie, somos de los buenos en el continente.
Con un cuarto volante que ama la pelota fuimos un equipo arriesgado, sin tantos cálculos y más prolijo y versátil. El equipo que todos queremos ver.
No tiene el despliegue ni la presencia africana de Barrios, tampoco la polivalencia de Mateus, ni la aplicación táctica de Cuéllar; pero si de lo que estamos hablando es de aceitar el juego interior, de buscar un primer pase diáfano y de pensar en otro cerebro creativo cuando estemos en campo rival, si Pérez está en buena forma, no hay mejor ficha que él.
¿Qué exageramos y que fue solo un gran partido? Mentira. Pérez no es un jugador esporádico. Tiene 24 años y sigue siendo el fenómeno que quiso el Arsenal.
Lo que pasa es que la maldita rodilla rota recién llegado a Boca lo sacó del radar. Y ahora, cuando en el bar hablamos de la lista mundialista, desmemoriados e injustos, lo sacamos de la conversación. Olvidamos que en Colombia no hay otro volante mixto con el instinto box-to-box, la visión de juego y el desequilibrio de Sebastián.
Termine con: un solo cupo en la selección para 4 goleadores
Foto: Futbolred