La enfermedad del campeón

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Nacional volvió a perder contra Botafogo y se despidió de la Copa. La eliminación no es una sorpresa, sino la consecuencia directa de una grave enfermedad.

 

La enfermedad terminal de Nacional

La victoria contra Estudiantes fue un espejismo. Contra Botafogo, Nacional volvió a ser el equipo sonso y sin rumbo de los primeros tres partidos. Jugando así, lo lógico era la eliminación. Cualquier otra cosa habría sido un milagro.

 

La eliminación no esconde ningún misterio: Nacional está por fuera porque a lo largo de la Copa nunca pudo ser profundo y tuvo un déficit alarmante de creatividad. La idea de Rueda fue siempre la misma: coger el balón, circular en campo contrario, desacomodar al rival, abrir la cancha y herir por afuera con los extremos. La intención fue clara, pero los intérpretes no estuvieron a la altura.

 

En las grandes noches coperas, los cracks de arriba, los diferentes, los encargados de convertir la posesión en peligro, nunca aparecieron. Todavía seguimos esperando los filtros imposibles de Macnelly, el desequilibro de Dayro y las cabalgatas endiabladas de Ibargüen. ¡Ay Ibargüen! Se juega el partido de la vida contra Estudiantes y una semana después… La irregularidad, sin duda, es su gran condena.

 

El partido contra Botafogo en Brasil fue un déjà vu de lo que pasó en Medellín. Nacional controló el balón, pero no supo cómo romper el planteamiento defensivo de los brasileños. Además, se defendió mal cada vez que lo exigieron. El 1-0 fue generoso, pudo haber sido peor.

 

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Botafogo jugó un partido perfecto

Nacional no existió porque sus cracks no aparecieron, porque nadie se inventó nada. Sin embargo, no reconocer el trabajo de Botafogo sería una canallada. Los brasileños jugaron un partido redondo.

 

El afán lo tenía Nacional y el técnico Jair Ventura se agarró de eso. Su planteamiento fue equilibrado. Botafogo leyó el partido de manera impecable. Supo cuando presionar arriba y cuando echarse atrás para jugar a la contra. Siempre que se soltó en ataque, estuvo cerca de hacer gol.

 

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Aldo ya no es Aldo

Llegó a Nacional como un refuerzo de peso para defender el título. Pero desde que llegó no hemos visto al jugador que nos prometieron. En el 4-2-3-1, Rueda lo volvió a poner al lado de Arias —un volante de oficio— para que fuera el primer pase y llegara desde atrás al área de Botafogo. Ni lo uno, ni lo otro.

 

Aldo no pesó en el juego del equipo, escasas veces apareció en zonas de peligro y nunca fue el socio que Macnelly necesita. Además, su presencia en la primera línea de volantes le quita intensidad, equilibrio y solidez defensiva al mediocampo. Ya no tiene el despliegue que requiere un volante mixto y sufrió mucho las veces que Botafogo salió como cohete a la contra.

 

La ausencia de Mateus Uribe no solo perjudica al juego colectivo del equipo, sino que desnuda a Aldo.

 

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Foto:

Publimetro


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