A Zidane lo que es de Zidane

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Dejemos de refunfuñar. La cosa es más fácil de lo que parece: Zidane es un técnico grandioso.

 

Antes de arrancar me permito hacer algunas aclaraciones. La primera, que no soy hincha ni simpatizante del Real Madrid; la segunda, que a mí también me gustaría ver a James titular en la final de la Champions; la tercera, que no disfruto especialmente con la propuesta futbolística del técnico francés. Aun así, creo que es hora de que, de una vez por todas, le demos a Zidane lo que se merece.

 

Cuando Benítez se fue, su nombramiento sonó a improvisación, a un intento desesperado por emular el milagro de Guardiola con el Barça. Su pasó por el Castilla había sido agridulce y no tenía cara de ser un entrenador prodigio. Nadie lo daba por capacitado para coger el primer equipo. No obstante, le dieron la responsabilidad de enmendar el fiasco que había sido la contratación de ‘Rafa’. Patadas de ahogado.

 

En enero de 2016 el Madrid estaba roto. Derrumbado. El paso tosco de Benítez provocó una caída anímica y física. El Barca estaba a cuatro puntos y la temporada se comenzaba a tornar oscura. Entonces apareció Zidane y con su simpatía comenzó a pegar, uno a uno, los trozos de lo que antes había sido un equipo.

 

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En la cancha no era un equipo brillante, pero el Madrid de “Zizou” arrancó la segunda vuelta con otra cara. Fue un cohete. Comenzó a ganar, se reconcilió con el Bernabéu, asustó al Barça en liga, remontó épicamente contra el Wolfsburgo en Champions y al final, en silencio y sin hacer mucho bombo, levantó la Orejona. “Zidane es un gestor de grupo… y ya”, dijimos con desdén, como si eso fuera poco.

 

A Florentino le pegó en el palo, ¿cómo no lo iba a mantener? Ahora sí comenzaba el verdadero Proyecto Zidane. Con su equipo, con su pretemporada y con sus jugadores, el técnico debía demostrar que eso de ganar la Champions no había sido suerte. La temporada arrancó y para todos fue una sorpresa ver que aquel que había sido un jugador lírico, elegante, mágico, era un entrenador pragmático, carente de cualquier preocupación o pretensión estética, incluso amarrete. Sí. Lo que sea… pero ganador.

 

Ahora, a uno le puede o no gustar el equipo de Zidane, pero lo cierto es que su gestión ha sido brillante. En media temporada resucitó al equipo, ganó la Champions y estuvo cerca de robarle Liga al Barcelona; ahora, en su primera temporada completa, va a jugar una final de Champions y tiene la Liga de un tirón. Su equipo, juegue bien o juegue mal, siempre da la sensación de que va a ganar el partido. Han sido varias las remontadas épicas de último minuto. Sus jugadores creen hasta el final. Se trata de un  técnico que transmite y compromete a los suyos con la idea. ¿Qué mejor que eso? ¿Qué más se le puede pedir?

 

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Sin embargo, su mayor mérito está en haber administrado de manera brillante sus recursos. Hoy el Madrid tiene un equipo A y otro A+: dos equipos de un altísimo nivel técnico, físicamente imbatibles, que, además, se han ido refinando. Este Madrid –el de Champions y el de Liga– es un equipo que ha evolucionado y se ha alejado de su primera versión conservadora y poco vistosa. En la recta final de la temporada hemos visto una propuesta atrevida, con laterales largos y volantes de buen pie que juegan los partidos en campo contrario.

 

Es en estos meses, abril, mayo y junio, en los que se ganan los títulos. Y para ello los entrenadores necesitan a sus jugadores en su más alto nivel. Pues bueno, él lo ha logrado. Mucho se le discutió al “calvo” la suplencia de James, en Colombia nos lo quisimos devorar. Él, tranquilo y simpático como de costumbre, siempre sostuvo que el 10 sería importante. Ahora, mostrando sus dientes blancos, con algo de arrogancia justificada, nos lo demuestra: un gran James es el director de orquesta del equipo que tiene la responsabilidad de ganarle la Liga al Barcelona. Después de tanto drama, su foto podría aparecer en la portada. (Si usted es de los que cree que se trata de una responsabilidad menor, le recuerdo que desde la temporada 07/08 el Madrid solo ha ganado una Liga. Una, en casi 10 años. Aunque la Champions es la competición reina, el madridismo NECESITA romper la hegemonía liguera del Barça).

 

Tácticamente, el Zidane entrenador tendrá aún mucho que aprender. Seguro. Él lo sabe y lo reconoce. Es humilde. Habrá cometido grandes errores como la alineación de Bale en el Clásico o el cambio de sistema en el partido de Liga contra el Atlético, y los seguirá cometiendo, sin embargo, el asunto ya se cae por su propio peso.

 

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Lo del francés ha sido maravilloso en todas las asignaturas: en la sala de prensa, en la gestión de los recursos, en la transmisión de la idea y, sobre todo, en términos de resultados. Sus números son de alto vuelo, de entrenador de élite. Han sido tres títulos en año y medio, y hay dos más que podrían caer. De ganar la Liga y volver a levantar la Champions, en silencio y sin hacer mucho bombo, Zidane se habría ganado el derecho de anotar su nombre, por segunda vez, en el libro de los grandes hombres de la historia de este deporte. Estamos ante un genio, dejemos el escepticismo.

 

Foto:

ZonaCero

 


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