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El debate eterno de esta Selección Colombia —que viene desde mucho antes de que a Pékerman le diera por probar con el 4-3-3— ha sido acerca de quién debe ser el acompañante de la ‘Roca’ Sánchez en el doble cinco. Candidatos ha habido varios y ninguno ha dado muestras contundentes de ser el elegido. Por eso, a pesar de su edad y de la sospecha con la que se le mira, Don José parece haberse casado con el que mejor conoce: Abel Aguilar.
Cierto es que Abel ha rendido, y justamente por eso, por rescatar la figura de un jugador experimentado, de buen pie y que ya ha sonado duro con la Selección, es imposible no pensar también en Aldo Leao Ramírez. Muchos lo tienen olvidado, porque atrás quedaron días brillantes como la victoria 1-3 contra Chile en Santiago o el aplastante 5-0 a Uruguay en el Metropolitano.
Y es que desde mediados del 2017, Aldo ha vuelto a ser. La confianza, primero de Lillo y ahora de Almirón, nos devolvió al gran conductor; al volante genial que asegura la posesión, limpia la jugada y abre líneas verticales de pase.
Por eso, si Abel va a estar en Rusia, acá van tres razones por las que Aldo debería, cuando menos, ser considerado:
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Profundidad
La sapiencia que Aldo acumula a sus 35 años es sinónimo, no solo de buen juego, sino de profundidad. En Colombia hay pocos volantes de primera línea, si acaso hay alguno, con su capacidad para filtrar balones, saltar líneas y poner mano a mano a sus compañeros.
A diferencia de Abel, que asegura la posesión del balón con pases laterales (amplitud), Aldo te va un paso más allá. Al juego corto prolijo, a su salida limpia, le suma una habilidad descomunal para asistir, para darle el balón con ventaja a sus compañeros. Limpito, a ras de piso. Leao es un asistidor brillante.
Ambidiestro
No se trata de manejar las dos piernas, la cuestión es saber qué hacer con ellas, y Aldo sabe. El manejo fluido de ambos perfiles le da un tiempo más para decidir. Esto y el mapa de la cancha, que tiene tatuado en la frente, hacen que Aldo pueda, desde atrás, convertirse en el conductor del equipo. Su presencia simplifica el juego y le da mayor ritmo al tramite del balón; hace ver fácil lo difícil.
Nada tiene esto que ver con el juego agresivo y aparatoso de Wilmar Barrios, un excelente recuperador, pero un deficiente pasador. Y aunque sacar al de Boca y meter al de Nacional se traduciría en un esfuerzo mayor para recuperar el balón, este se compensaría con una menor cantidad de pérdidas y un trámite más fluido.
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Conoce la posición como pocos
Desde que se fue al fútbol mexicano, Aldo pasó de ser mediapunta a jugar en la primera línea. Por sus características, jugando unos metros más atrás, cambió su influencia en el área rival por protagonismo en la elaboración del juego. José Néstor no desaprovechó la mutación para imprimirle su estilo a la Selección Colombia.
Mucho se habla hoy de la falta que hizo Falcao. La misma falta, si no más, hizo tener un volante del corte de Aldo. La crisis de juego por la que ha atravesado Colombia en estos últimos cuatro años se explica, sobre todo, por ahí. Todas las grandes selecciones del mundo tiene un volante de primer nivel que hace lo que él no pudo volver a hacer en la Selección, ya fuera por lesiones o por falta de ritmo en su club.
El socio del 10
James agradecería enormemente su regreso. Sería volver a tener a su lado a un volante que conoce como pocos la posición, que le daría mayor libertad y la certeza de recibir el balón limpio en tres cuartos de cancha. En más de una ocasión el 10 reconoció la importancia de Leao para la Selección.
En tiempos de escasez, y en tiempos en los que todos los colombianos nos creemos Don José, su nombre no debería ser tan ligeramente descartado. Su experiencia y las alegrías que ya nos dio deberían ser argumentos para postularlo como pareja de Carlos Sánchez en la mitad. Punto.
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Goal.com