En el partido de ida de la final, Miguel Ángel Russo le dio un repaso de táctica a Gregorio Pérez.
En el análisis previo era lógico hablar de un partido con pocas opciones de gol. Combativo y espeso en la mitad. Igualado por dos propuestas que en algunos aspectos se parecen, se anulan, pero que en otros tienen claros matices que los diferencian y que no son irrelevantes. En eso, Russo le ganó por goleada a Gregorio Pérez. Logró potenciar los aspectos de su equipo que lo diferencian de Santa Fe, justificando el resultado con el juego.
Los dos equipos salieron con un 4-3-3. En Santa Fe muy marcado. Pero en el caso de Millonarios la posición de Silva cambia mucho en los partidos, dependiendo de la situación y de lo que busca Russo. Eso es un factor que le da sorpresa y riqueza al equipo. En el primer tiempo jugó más como interior y en el segundo más como media punta.
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Con una disposición muy similar de los equipos, en teoría, el partido ofrecía un juego de duelos: laterales vs extremos, delantero centro vs centrales, interiores vs interiores. Así lo imaginó y lo planteó Gregorio, pero hubo algo que le salió muy mal. En Millonarios, entre Riascos y Silva se turnaron para tapar a Gordillo. En Santa Fe nadie hizo lo mismo con Domínguez.
Ni Gregorio Pérez ni los jugadores lo advirtieron y entonces el ‘Caracho’ se jugó el partido de su vida. Mientras estuvo a tope – a mediados del segundo tiempo se quedó sin gasolina, llegaron los calambres y terminó pidiendo el cambio– fue el factor que le permitió a Millonarios inclinar la cancha y controlar el juego. Hubo dos aspectos clave que lo hicieron el gran protagonista: su precisión como lanzador y su gran escudero: Jhon Duque.
Al estar Pajoy y Plata pendientes de los laterales y Morelo entre los centrales, pero muy poco activo para presionar la salida, ‘Caracho’ logró siempre recibir sin marca. Liberado, con tiempo para pensar y ejecutar, le permitió a Millos avanzar en la cancha con todo tipo de pases. Lo llamativo fue que su precisión fue altísima. Hizo pases largos y cambios de frente que llegaron siempre a destino. Justo a la bota de los receptores.
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En cuanto a Duque, su colega en la mitad, se comió vivo a Roa, Gordillo y Perlaza. Recuperó cinco balones, recibió cinco faltas, provocó dos amarillas, ganó el 75% de los duelos y tuvo un 87% de afectividad en los pases. Barrió la mitad de la cancha. Fue el parabrisas que le permitió a Dominguez mover los hilos en el medio.
Santa Fe debe mejorar muchísimo para voltear la serie y ser campeón. Lo primero en corregir es no volver a darle tanta libertad a Domínguez en el origen de la jugada. Gregorio Pérez deberá conceder cierta libertad a los laterales de Millos si quiere contener a ‘Caracho’. Si Pajoy, Morelo y Plata no hacen un trabajo colectivo en ese sentido, como en el primer tiempo de ayer, Santa Fe está cocinado.
Foto: eltiempo.com