Antoine Griezmann fue reconocido como el tercer mejor jugador del 2016. Lo más sorprendente de este talentosísimo francés no es que se haya sentado a comer en la mesa de Cristiano y Messi, más impresionante es la velocidad con la que lo consiguió. Le explicamos el rápido ascenso del ‘Principito’ del Atlético de Madrid.
“Vuelve cuando crezcas, Antoine”
Antonie Griezmann nació en Maconnais, un pueblo francés ubicado a 70 km de Lyon. Creció bajo el calor de una familia futbolera. Sus tíos jugaron en el fútbol regional francés y su padre era un modesto entrenador de la región que lo llevaba a ver al Lyon, equipo del que se hizo fogoso seguidor.
Antoine se probó en las inferiores del Lyon y del equipo de su pueblo, pero los encargados de las divisiones menores estuvieron cerca de pincharle el sueño con la frase de siempre: “vuelve después, eres bueno, pero muy chiquito”. También lo intentó en las canteras del Metz, Auxerre, Montpellier, Saint Etienne y Sochax. Siempre recibió la misma respuesta. “De pronto no querían decirme la verdad, que era por malo”, dice hoy –con la risa jubilosa del gladiador que mira para atrás y ve a los leones muertos en la arena–.
Pero cuando tenía 13 años, en un torneo que fue a jugar a París, Eric Olahts, ojeador de la Real Sociedad, lo invitó a probarse en las divisiones menores del equipo vasco. Griezmann no lo dudó y terminó viviendo durante cinco años en la casa de Eric. Detrás de la historia de jugadores como Xavi, Iniesta y Griezmann, cracks que lograron gambetear al estigma del tamaño y llegaron al fútbol de élite, siempre aparece el nombre de algún héroe, de algún buen cristiano que vio lo que otros no. ¡Cuánto le debe San Sebastián a este fino ojeador!
Hoy, los domingos, mientras vemos a Griezmann hacer magia, nos duelen todos esos genios que quedaron en el camino por culpa de un “cariño, tú eres muy bajito, muy flaco“.
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Antoine no dio señales de ser la joya que es en su etapa de juvenil, pero respondió con pulso de grande el día que la suerte tocó a su puerta. En la temporada 09/10, con 18 años, fue ascendido al filial de la Real Sociedad. Para entonces, Martin Lasarte era el entrenador del primer equipo y necesitaba un zurdo para la pretemporada. Antoine subió y en los partidos y entrenamientos sorprendió a todos. Fue el mayor goleador de la pretemporada y compró su plaza en el equipo profesional.
Aquel año la Real Sociedad salió campeón de la Liga Adelante y ascendió a primera. Los registros del joven francés fueron espectaculares para un debutante, hizo seis goles y jugó 39 partidos. Había logrado escalar al primer campamento base del fútbol profesional a la velocidad de un avión.
En la temporada 10/11, la Real Sociedad tenía el objetivo de asegurar la permanencia. Lo logró y Griezmann terminó su primera temporada en primera con siete goles en 37 partidos de liga. Su meteórico ascenso empezaría en la siguiente temporada.
La llegada de Carlos Vela le dio un salto de calidad al equipo y de la mano de Philippe Montanier se construyó un equipo espectacular. Claudio Bravo en el arco, Iñigo Martínez se destapó como un gran central, Asier Ilarramendi como eje y jefe del mediocampo y, lo más interesante de todo, tres exquisitos mediapuntas: Griezmann, Xabi Prieto y Carlos Vela.
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Griezmann jugaba de extremo por izquierda, Vela por derecha y Xabi Prieto por el centro. El francés y el mexicano hicieron una fiesta; tenían libertad de movimientos e intercambiaban mucho las posiciones. Entre los dos rompían con paredes, desmarques y gambetas todos los sistemas defensivos. Ese año se comenzó a cocinar la mejor temporada que la Real Sociedad ha hecho en años.
Con el mismo equipo y la misma propuesta táctica (un 4-2-3-1), en la 12/13 la Real Sociedad salió cuarto en liga y se clasificó a la Champions League. Griezmann fue fundamental. Cada vez más maduro y más atrevido en el uno a uno, el ‘Principito’ se convirtió en el motor del equipo. Ofensivamente el equipo se nutrió de sus desbordes y sus centros al área. El año siguiente, sus goles (16) y sus recurrentes exhibiciones dejaron claro que el equipo vasco le había quedado chiquito.
Simeone: el entrenador de su vida
“Griezmann llegó como un niño y acá se ha hecho hombre“, dice el ‘Cholo’ cuando le preguntan por su consentido. Quizás porque la modestia le impide decir: “yo lo he hecho hombre”. En algunas ocasiones, en la carrera de jugadores superdotados, se necesita de la influencia de un entrenador especial que exprima al máximo ese talento. Guardiola lo hizo con Messi, Simeone con Griezmann.
El ‘Principito’ llegó al Atlético siendo un muy buen extremo, con sobresalientes temporadas en un equipo mediano, y con la intención de maquillar las salidas de David Villa y Diego Costa. No venía con la obligación de ponerse la capa de superhéroe, pero se la puso.
El ‘Cholo’ no lo uso de extremo, ni de volante por una banda. Desde el principio supo que podía pulir a un diamante. Era cuestión de trabajar su cabeza. Hay una frase de Simeone que deja claro que la progresión de Griezmann pasaba más por lo mental que por lo futbolístico: “…para mejorar, primero hay que escuchar y después ejecutar. Él escuchó, mejoró, se esforzó y hoy está dentro de los tres mejores del mundo”.
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Al principio le costó adaptarse por la exigencia física del sistema y la metodología del ‘Profe’ Ortega. Pero apenas su cuerpo se adaptó al ritmo de trabajo, su evolución fue frenética. El punto de inflexión fue un triplete en San Mamés frente al Athletic de Bilbao. Esa tarde pudimos vislumbrar al jugador en el que se podía convertir. Su actuación fue sensacional.
Desde que llegó para la temporada 14/15, Griezmann ha sido el jugador más importante en el 4-4-2 del ‘Cholo’. Simeone lo ubica como mediapunta, unos metros detrás del nueve con libertad para moverse por todo el frente de ataque. En el primer año su compañero de ataque fue Mandzukic, un nueve cuya mayor virtud es fijar a los centrales. Con el croata, Griezmann encontraba grietas por donde colarse y explotar los espacios.
Después de un año en el que superó las expectativas de todos (25 goles en 52 partidos) y se convirtió en el jugador franquicia del equipo, este zurdo tuvo el respaldo mental y emocional para llevar su juego a otro nivel. Desde entonces, y hasta el día de hoy, Griezmann domina y ejecuta con maestría los tres momentos del ataque de su equipo: la elaboración, el último pase y la definición.
Por momentos baja a ser volante y juntarse con Koke, Gabi y Saúl; también ha desarrollado una sensibilidad especial para ejecutar el último pase de manera notable; y a la hora de definir su repertorio es inagotable, al punto de marcar muchos goles de cabeza, algo inusual para un jugador de su estatura. Dos años y medio después de su llegada, Griezmann se convirtió en un jugador completísimo, con una inteligencia sobresaliente. Es la bandera del Atlético de Madrid.
“Solo dudaría de mi futuro si Simeone se va“, dijo alguna vez Antoine y le soltó una advertencia poderosa a la directiva. En Manzanares todos quieren que se retire colchonero y para eso deben cuidarlo mucho. El Atlético tiene a uno de los mejores sin habérselo propuesto. Que no les pase como al narrador de El Principito de Saint-Exupéry, que una mañana no lo encontró y tuvo que mirar al cielo para recordarlo.
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