En esta entrega de La No Historia del Fútbol, el escritor Daniel Canal se metió en las sábanas de Justin Fashanu, un jugador emblemático cuya vida se derrumbó en un segundo.
–Mi amor, ¿por qué no duermes?
–Explícame cómo podría dormir –dijo Justin, negro, musculoso, de muslos potentes y piernas goleadoras. Todo lo que se esperaba de un toro que eventualmente jugaría en la selección de Inglaterra, de eso no había duda. Su ascendencia nigeriana mezclada con el fútbol británico era indiscutiblemente buena.
–Londres ha cambiado, Inglaterra ha cambiado… al final van a entender.
No se pierda La pelota en el closet
–No, amor, no van a entender. Así digan lo contrario, y se crean el cuento de tener la mente abierta, siguen con los mismos prejuicios. Estúpidos prejuicios –dijo Justin, se revolcó en la cama, le tomó la mano, le besó la boca, se negó a entender razones. Para un negro Inglaterra seguía sin ser un lugar fácil.
–Por Dios, Justin, es 1990 y ya estás haciendo historia. ¿O me vas a decir que ser el primer jugador negro por el que se pagó más de un millón de libras es cualquier cosa? La verdad, no me cabe el orgullo.
–Yo sé, yo sé, pero todos siguen estancados en otra década, otra época. Tú sabes que llegar aquí no ha sido fácil, imagínate cómo va a ser después –dijo Justin, abandonado junto a su hermano a los seis años, rechazado, adoptado por una familia de blancos, boxeador incipiente en su juventud al que le pegaban más duro porque los negros sentían menos.
–Entonces dime, explícame porque no entiendo, ¿por qué aceptaste la entrevista con The Sun y has hecho tanto revuelo al respecto?
Lea ‘El amor en los tiempos del fútbol‘
–Porque estoy cansado, muy cansado de que hablen a mis espaldas. De todas las mentiras que se inventan para lastimarme –dijo Justin, indignado, incomprendido. Ya lo habían separado una vez de la plantilla, en 1981 cuando jugaba para el Nottingham Forest, por rumores. Rumores que en los últimos diez años había negado. Los futbolistas no tenían, o debían tener, ningún desvío en absoluto.
–¿Qué les vas a decir entonces? ¿Qué a los veintinueve años vas a retirarte? A mí no me suena verosímil. Te van a hacer más preguntas. Necesitas quitarte ese peso de encima, cariño, no te hace bien.
–Claro que no diría eso. La decisión está tomada. No tiene vuelta atrás. Eso no quiere decir que no pueda estar nervioso –dijo Justin, la promesa que no fue, la decepción, el primer jugador negro en costar un millón de libras que ahora vivía en la banca. Un hombre encarcelado en sí mismo. La luz no llegaba a su celda.
–Diles sin miedo. Dile que los rumores son ciertos y tienes un hombre que te quiere, te respeta. Si nadie más se ha atrevido a confesarlo en público no importa. No serás ni el primer ni el último jugador homosexual en la historia. Da el ejemplo, el paso adelante, muchos jóvenes te lo van a agradecer –dijo Kevin, africano, musculoso, y le apretó fuerte la mano bajó las cobijas que llevaban compartiendo mucho tiempo en secreto. Una cama de caballeros.
No deje de leer poesía de fútbol: La Evidencia
–Yo sé, pero esta puede ser mi última noche como futbolista. Hasta ahí va a llegar mi carrera. Ya oigo a la gente gritando “hada” desde las tribunas… eso si vuelvo a jugar. Los maricas no tienen cabida en Inglaterra y mucho menos en el fútbol –dijo Justin y le apretó fuerte la mano a Kevin, lo miró, lo quiso cerca. Lo sintió suyo. Decir la verdad valdría la pena.
–No tienes que probar. Mañana, cuando salgas de la entrevista, todos van a saber quién es Justin Fashanu, sin mentiras. ¿Qué podría salir mal?
–Nada –dijo Justin, se dio la vuelta, se hundió en la almohada y se dispuso a dormir. Debía descansar, estar relajado, para dar las repuestas correctas en la entrevista. El escándalo que se venía.
Foto: