En Manizales están de fiesta y están de luto: se retiró Juan Carlos Henao. A sus 45 años, el arquero ha decidido dejar las canchas. Su salida es difícil de digerir. Por eso, Camilo Vallejo Giraldo se animó a poner en palabras todo el simbolismo que carga la figura de Henao. Palabras que vienen del alma manizalita, allá donde compró su parcela el arquero paisa.
Para mi generación, la historia del Once Caldas S.A. comienza con Juan Carlos Henao. Lo digo así, a riesgo de exagerar, a riesgo de que mi abuelo y mi papá me lo reprochen por siempre.
A veces hasta me pregunto si en Caldas tendremos que empezar a dividir la historia del fútbol en “antes de Henao (a.h.)”, la de mi padre y mis abuelos, y “después de Henao (d.h)“, la nuestra. Es que ha sido tan largo. El recuerdo más remoto que tenemos del equipo es con Henao en el arco, con nadie más. Es que ha sido tan trascendental. Las alegrías han sido las mayores.
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Todo por este arquerazo. Fue el mejor jugando con los pies, dicen que en sus ratos libres era delantero; tapó penales hasta el cansancio, los más históricos y los más triviales, todos con la misma malicia de culebrero; y en el mano a mano fue difícil de vencer, porque achicaba a tiempo, iba doblando las rodillas a su estilo, con las piernas bien abiertas, se iba acostando y en una milésima mandaba la mano, siempre al balón, cerquitica al pie del delantero contrario pero sin tocarlo, limpio.
Para mi generación, la historia del Once Caldas S.A. comienza con Juan Carlos Henao
Todo por este hombre de humildad inextinguible. Que mientras se hizo más grande, más se entregó; que mientras se hizo más viejo, más formas de atajar encontró. Siempre estuvo presto para hacer la segunda y que otros brillaran, Congo, Galván, Valentierra, Soto, parecía que a todos los quería montar en hombros para que los aplaudieran. Al final del partido de ida en Morumbí, contra Sao Paulo, en la Libertadores de 2004, dijo que el 0-0 había sido posible gracias a todo el equipo. ¡Mentira! ¡Falso! Con el perdón de los demás, ese día con él solo fue suficiente.
Todo por este hombre que se fue haciendo ejemplo. Muchos días lo vi levantar a sus compañeros de la tristeza. Muchas veces lo vi vencido, llorando, pero nunca tirado en el piso o tapándose la cara. Desde la tribuna siempre pareció que fue capitán desde novato. Nunca un escándalo, nunca una declaración salida de tono, nunca la vanidad por encima de responsabilidad. Siempre el respeto y las mejores palabras de parte de sus compañeros.
La primera vez que oí que alguien quería ser un jugador de fútbol, dijo que quería ser Henao. Los que intentamos ser futbolistas sabemos lo que nuestros amigos arqueros veían en él. Para ellos, niños aún, el fútbol ya había sido resumido en Henao. Pienso que esos amigos arqueros acertaron desde el primer momento, se obsesionaron con el talento, con la humildad y el ejemplo.
A excepción de la Libertadores de 2004, en la que fue el héroe de lo épico, sus títulos fueron más domésticos, más con su club, con su casa. Pero no fue problema. Los que más lo conocen dicen que para él su casa lo es todo, dicen que su mejor jugada es la de entregarse a su familia, siempre preocupado por ellos, siempre ayudando. Imagino que a los hinchas y a sus compañeros nos hizo parte de su familia, y también nos lo dio todo. Algunos solo brillamos en casa.
Es que corrió con la suerte de ser contemporáneo de los mejores, Córdoba, Mondragón, Calero y hasta de Ospina, que se comieron a la Latinoamérica y al mundo. Pero no fue problema, todo el país sabía que él estaba ahí, aguantando para que otros brillaran. Lo importante es que cuando el Javi Fernández se inventó el “tú tranquilo” para Ospina, en Manizales ya llevábamos 20 años tranquilos con Henao.
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En mi parecer es el mejor jugador de la historia del Once Caldas. Por sus partidos, por sus títulos, por su calidad. Ahora le creo a mis amigos los arqueros. A sus más de 40 años se despide. Parece un niño grande diciendo adiós, que no deja su humildad y su ejemplo, que ni siquiera quiere desentonar con su compañeros, entre los cuales algunos podrían ser sus hijos. Se va cantando y bailando canciones de camerino que ya no se sabe. Es un niño grande voleando la manito, diciendo adiós, tímido, sin alharaca, todavía con ganas de decirnos gracias el mismo día en que nosotros debemos dárselas a él. Y lo va a hacer, así es él, nos dirá que gracias.
Algunos encuentran ídolos ya armados, pero desde niño pude ver cómo el mío se fue haciendo ídolo con el paso del tiempo. #HenaoMuchasGracias.
“Comienza el show del Pato Abbondanzieri”… El narrador se equivocó de canal, comenzaba el show de Henao.
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