¿Qué tiene que hacer Juanfer Quintero para ser importante en River?

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La carrera de Juan Fernando Quintero ha estado muy por debajo de su potencial. Su aventura en River estará llena de nuevos y difíciles retos.

 

Fue un privilegio para el FPC haber tenido durante un año a Juanfer en el DIM. En los partidos en los que se le dio la gana jugar, bastó con un control, un pase o un cobro de pelota quieta (con la caricia de su zurda) para recordarnos lo extraño que era tenerlo de vuelta en Colombia con apenas 25 años. Como todos sabemos, Juanfer no es de esta liga.

 

Por eso verlo pavonearse con tal descaro por los estadios de Colombia casi producía más rabia que satisfacción. Que en la flor de su carrera Juanfer haya jugado aquí es una historia comparable con la del artista genial que no puede lidiar con los grandes escenarios y se va a cantar y bailar borracho en bares de medio pelo.

 

 

Ahora se va a un gigante del continente, y hay que aplaudirlo, pero sobre todo hay que exigirle. River será el séptimo club de su carrera y ya es momento de que deje de ser el errante zurdo incomprendido y se convierta en el faro de un club importante. Hoy, su llegada a la Banda Cruzada está cargada de esperanza, pero debe ser tomada con pinzas.

 

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El cambio que se viene es muy abrupto. En el Medellín el plan ofensivo era “dársela a Quintero”.  Si él jugaba, el equipo jugaba; si él dormía, el equipo dormía; cuando se lesionaba, que no fueron pocas veces, el plan era rezar por su pronta recuperación. Su anarquía se ajustaba —para bien y para mal— a lo que se le pedía.

 

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Ahora llega a un club gigante. A una disciplina. El River de Gallardo funciona y juega como un ejército, es el equipo de ‘Napoleón’. En el Monumental no se cambia un bombillo sin el visto bueno del ‘Muñeco’ y muchos lo consideran el entrenador más importante de la historia del club. No hay figura más importante que él ¿Podrá Quintero ganarse un puesto en ese contexto? Por talento sí, claro que puede, pero hay dos barreras que no son menores: el ritmo del fútbol argentino y el sistema de su nuevo equipo.

 

Primero, el tema del ritmo. En varios de los equipos en los que jugó, Juanfer fue el volante creador. El tipo que sin la pelota descansaba más que todos y que con ella debía ser el cerebro del ataque. Eso y encargarse de la pelota quieta. Luego se le permitía, de cierta manera, ‘desaparecer’, pues con dos o tres pinceladas justificaba su partido. El fútbol argentino de hoy no permite algo así. Eso era para los Riquelme y los Montenegro. En Argentina hoy los 22 corren como pollos sin cabeza. Es la liga del vértigo y del ritmo infernal. Parece un partido de Quidditch: la pelota va y viene por los aires.

 

El físico que Juanfer mostró en el 2017 de ninguna manera le da para sobresalir en Argentina. Tendrá que ponerse al día: mucho más potente y fuerte para aguantar el ritmo y para estar fresco y lúcido en los últimos metros. Lo complejo del tema es que esto no es cuestión de talento, sino de disposición y disciplina. De acondicionar su cuerpo, por fin, a las exigencias del fútbol de élite. En Colombia el ritmo es mucho menor, un fútbol menos intenso. El propio Tévez lo dijo en su regreso: “el fútbol argentino es otra cosa. En Italia los del Sassuolo me respetaban más. Acá a nadie le importa cómo te llamas. Te levantan si quieren”.

 

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El segundo reto, el sistema de Gallardo, es tan importante como el primero. Uno de los sellos de la era Gallardo ha sido la continuidad de su 4-4-2. Pasan las temporadas, llegan y salen jugadores muy importantes y el ‘Muñeco’ sigue con su molde.

 

El River que le ganó a Boca en el último amistoso de pretemporada en Mar del Plata es un equipo con volantes de mucho ritmo y presencia en ambas áreas. En el doble cinco se pararon Enzo Pérez y Ponzio, dos leones infatigables —una locura lo que corren en cada partido—. Por los costados jugaron ‘Pity’ Martínez y ‘Nacho’ Fernandez, volantes punzantes, técnicos, con mucho talento, pero que también saben lo que es el sacrificio táctico y físico.

 

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Gallardo solo cambió de sistema en momentos muy puntuales —como cuando salió con línea de tres para remontar la serie contra Jorge Wilstermann—. Eso no necesariamente significa que Quintero vaya a jugar poco, pero sí tendrá que mostrar cosas que no le hemos visto para adaptarse a ese ecosistema, o llevar su fútbol a tal nivel para convencer a Gallardo de cambiar de sistema y jugar con enganche.

 

Sea lo que sea, es momento para que Quintero pegue, de una vez por todas, un puñetazo sobre la mesa. Que cierre la brecha que hay entre su talento y su fútbol. El mundo River es muy exigente y debe ser el estímulo que necesita para bajarse del púlpito en el que lo han montado en otros clubes, para enfilarse en la disciplina del fútbol top.

 

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Foto: River Plate Oficial

 


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