Hay jugadores que en su parto fueron tocados con una varita mágica, pero por lo que sea no quisieron o no pudieron darnos todo lo que tenían.
Tino Asprilla
Con los años el Tino se ha convertido en el imaginario colectivo más en una figura excéntrica y mediática que en uno de los símbolos de la historia del fútbol colombiano. Verlo haciendo chistes en redes sociales y promocionando condones pareciera restarle decoro a semejante leyenda. Pero no podemos tener una memoria mezquina.
Este delantero tulueño no llegó tan lejos como Juan Pablo Ángel o Radamel Falcao, pero es sin duda el atacante más talentoso que ha nacido en Colombia. El semblante de el Pibe cuando habla de su amigo es severo y no deja lugar a dudas: “el Tino no fue el mejor del mundo sencillamente porque no quiso”. Con los años se han desempolvado anécdotas e historias de su paso por el Parma, Newcastle y Palmeiras, y entendemos por qué Asprilla no rascó el cielo: sencillamente no se le dio la gana.
En los años que jugó en Europa pudo demostrar que no había dos como él, nos dejó goles y noches memorables. Por ejemplo, cuando en la temporada 92/93 le quitó el invicto de 58 partidos al super Milan de Capello con un golazo de tiro libre. O la noche de 1997 en que en Champions League le marcó un triplete al Barca. O el 0-5 contra Argentina en el Monumental. Ver esos goles del Tino hacen crujir el estómago de la melancolía.
Era una gacela: todo potencia y velocidad, una zancada de atleta de triple salto, una capacidad extraordinaria para sostenerse en el aire. Y todo ese despliegue físico lo redondeaba con una técnica exquisita. Típico goleador valluno, pero pulido para jugar en los mejores equipos. Las mujeres, el trago y los caballos nos privaron de ver al Tino siendo ídolo del United, Real Madrid o algún gigante de esos.
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Adriano ‘El Emperador’
Cuando hable de Adriano le sugerimos ponerse de pie. El brasileño con la zurda más potente —con el perdón de Roberto Carlos— del siglo XXI fue un delantero espectacular. En la Canarinha de Robinho, Ronaldinho, Ronaldo y Kaka, era de otro grupo, no era violinista como estos magos, pero igualmente estaba a la altura. ¡Qué bestia! Más de un central debió orinarse en los pantalones la noche antes de enfrentarlo.
Lo mejor de su carrera lo vimos en la Copa América 2004 y en el Inter de Milan del 2003 al 2007. La sensación de que fue muy poco tiempo es inevitable. Ver sus mejores goles deja una desazón grande.
En las temporadas 03/04 y 04/05 compartió el ataque con Christian Vieri, Julio Cruz y Obafemi Martins. ‘El Emperador’ fue más titular en su segundo. Por características, se complementó mejor con el nigeriano que era un rayo. En la 05/06 Martins-Adriano fue la dupla elegida por Mancini para ganar el Scudetto. El siguiente año, junto a Zlatan, Adriano haría parte de una de las duplas más letales de la década. Para el rey Zlatan jugar a su lado fue una conmoción: “Jugué con grandes, pero Adriano es un animal. No le podías quitar la pelota. Sentí que podíamos jugar juntos por mucho tiempo”.
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La carrera de este fenómeno se vino abajo después de una llamada fatal. Nadie mejor que el ‘Pupi’ Zanetti, capitán por más de una década del Inter para contarlo: “recibió una llamada de Brasil y le dijeron que su padre había muerto, es algo que te puede cambiar para siempre. Le vi llorar, tiró el teléfono y comenzó a gritar que no era posible. Tuvo episodios con Mourinho y decidió regresar a Brasil. Desde esa llamada no volvió a ser el mismo. No le sacamos de la depresión”.
Ricardo Quaresma
Este habilidosísimo atacante es un producto mas de la prolífica fábrica de extremos portugueses del siglo XXI. A pesar de su descomunal talento Ricardo será para siempre el “Ronaldo que no fue”. Diestro como Cristiano, gambeteador de vocación y con sangre caliente y latina para competir, también surgió de la academia del Sporting de Lisboa y fue fichado por un gran club (Barcelona) en el verano del 2003. Todo igual que Cristiano.
Pero el actual Balón de Oro llegó al Manchester United y entré desplantes de sus compañeros, patadas de los rivales y abucheos en los estadios de Inglaterra se hizo hombre. Quaresma, en cambio, no logró convencer a Frank Rijkaard ese año para que le hiciera un hueco en el Barca de Ronaldinho y Xavi. Un joven de 19 años tuvo la osadía de criticar públicamente la táctica de su entrenador.
Doce años después declaró que “fue una actitud idiota, tomé decisiones equivocadas en momentos clave de mi carrera. Lo quería tener todo rápidamente y esto sólo me hizo daño”. Quaresma apenas hizo un gol y en la siguiente temporada pasó a jugar al Porto campeón de Europa.
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Por indisciplina a penas participó en el equipo que conquistó la última Copa Intercontinental de la historia contra el Once Caldas en diciembre del 2004. Entró en el minuto 80 del partido. Del 2005 al 2008 mostró la cara más regular de su carrera con el Porto. Mou confió en él para su Inter, pero volvió a decepcionar. Su juego egoísta le impedía poner su talento al servicio del equipo. Un principio que es fundamental en los equipos de Mou.
Del 2010 al 2015 jugó en el Chelsea, Besiktas, Al Ahli y Porto otra vez. Jugó apenas 150 partidos en cinco años y marcó 40 goles. Regresó al Besiktas donde juega desde el 2015. Con 33 años nos quedaremos, con toda seguridad, sin ver explotar a un jugador que no fue ni un cuarto de lo que pudo ser. Una lástima. Pero parte del encanto del fútbol es que está lleno de fenómenos inacabados.
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