Un Tigre de oro

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Ninguno de los nominados al Balón de Oro tuvo tantas lesiones y problemas para volver al grupo de los mejores. Lo del ‘Tigre’ es de película.

 

La nominación de Falcao a este premio es la última prueba de que volvió a la punta de la pirámide del fútbol. Que está otra vez entre ese puñado de jugadores que desequilibran la balanza de los partidos. Por los que se firman cheques con muchos ceros y por los que vale la pena prender la televisión en un partido aparentemente aburrido.

 

Su regreso al máximo nivel no es casualidad. Entre su lesión en enero del 2014, su paso por el Manchester United y el Chesea y su regreso al Mónaco hubo mucho trabajo. Mucha paciencia y sacrificio. Una capacidad notable para lidiar con la frustración. Hubo cientos de horas dedicadas a recuperar su punta de velocidad, su capacidad de salto, el giro sobre su eje para amagar en el área, su fortaleza para jugar de espaldas y todo el resto de sus trucos.

 

En Argentina calculan que uno de cada 16.000 jugadores llega a primera división. De esos que llegan, preguntémonos cuántos terminan siendo un jugador del vuelo de Falcao. Y entre esos pocos que lo hacen, cuántos pueden volver física y mentalmente a su mejor expresión con más de 30 años después de lesiones graves, de ser descartados por entrenadores top, de tener que jugar ir a jugar a torneos de reservas y de ser el blanco de críticas y burlas de sus paisanos. Si pensamos en esa estadística nos sale que Falcao es un caso entre cien millones. El Tigre es de otra pasta. Punto. No tiene nada que ver con un patriotismo pendejo. En Europa se habla de Falcao con la boca grande. Con total admiración.

 

 

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Las temporadas que sufrió con Van Gaal y Mourinho destruyen a cualquier jugador. Dos años sin poder competir todas las semanas es un vació muy difícil superar. Pero Radamel lo hizo. Hace quince meses que vemos a un Falcao en plenitud física y futbolística. Otra vez es ese delantero que llega medio segundo antes que el rival, que con su excelente sentido de la anticipación y su gran olfato para leer el juego en las áreas ha tumbado las dudas que injustamente se habían posado alrededor de su figura.

 

La lista del Balon de Oro siempre provoca debate por los que faltaron y por los que sobran. Algunos dirán que lo de Dzeko y Mbappé es extraño. Otros mostrarán las cifras de Agüero y se agarraran la cabeza por su ausencia. Pero Falcao, junto a Messi, Cristiano, Neymar, Kroos y otros pocos, es de los indiscutibles. Ni los barra brava del PSG podrán criticar su nominación. Estos quince meses han sido de matrícula de honor.

 

Mientras muchos pensaban que Falcao debía volver a River o que solo le daba para un club europeo de segundo orden, al jugador le convenció el proyecto del Mónaco. No el de los millones y los fichajes estelares, sino el de jugadores jóvenes de mucha proyección con características muy precisas para llevar a cabo el plan de juego de Jardim.

 

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Y así fue. El Mónaco 2016/17 no solo terminó siendo un equipazo, sino que la propuesta de ataque del entrenador era perfecta para Falcao: laterales largos (Mendy y Sidibé) con muy buen criterio y técnica para resolver en los últimos metros; dos volantes exteriores (Lemar y Bernardo Silva) con mucho gol y capacidad para herir en los últimos metros, uno con gran capacidad de desborde y otro más cerebral que manejaba los hilos conduciendo de afuera hacia adentro; dos volantes centrales (Bakayoko y Moutinho) de toda la cancha y de buen pie; y por último, Mbappé, su compañero de ataque en la segunda parte de la temporada con el que el Tigre se complementó a la perfección.

 

El Mónaco llegó a cuartos de Champions y ganó la liga francesa. Ingenuos  pensamos que el equipo iba a mantener su estructura. Pero llegaron los grandes de Europa a pescar con su chequera y se llevaron a varios de los mejores amigos de Falcao: Mendy, Mbappé, Bakayoko, Bernardo Silva y Germain. Pensamos que ahora sí era la hora de partir. Con el nivel que mostró no tenía caso quedarse en un equipo que había perdido tanto potencial. Pero otra vez, como siempre, Falcao nos calló la boca.

 

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Esta temporada es algo más que el capitán del equipo. En Europa cuando se habla del Mónaco se habla de Falcao. En dos meses de competición lleva el 40% de los goles que marcó en la temporada pasada. Ha necesitado 13 disparos al arco para convertir doce goles. La mejor relación disparos/goles del mundo en este temporada.

 

Volvió a la Selección para los últimos partidos de la eliminatoria. Entre los partidos contra Venezuela, Brasil y Paraguay tuvo tres opciones y marcó dos goles. Su rendimiento es espectacular. Hoy, más que sus goles, nos alegra esta nominación. Nadie más que él la merece. Volvió a la capa más selecta del fútbol. El Tigre siempre ha sido de oro, solo que algunos se demoraron en notarlo.

 

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Foto: fifa.com


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